miércoles, 26 de octubre de 2022

.Jesús y Marìa de Belén de Enricostro. (cuentos).

 Jesús, un chico de dieciocho años. Titulado en magisterio, entonces. 

Él todos los días, en el patio de su casa. Entre olivos y margaritas. A las nueve de la mañana, hacía sonar una preciosa campana, hasta nueve veces. Y se sentaba de espaldas al sol, de primavera. 
y alas nueve exactas, se rodeaba de chicos y chicas.

 
él les decía, ¿sentaros?
Hoy comenzaremos con la lección que dejamos ayer, vale.
¿De qué estuvimos hablando?
Dijo un alumno. 
¡¡De la naturaleza.!!
¿Bien, sí, y debemos, de maltratar, a los animales.? 
¡¡no para nada.!!
¿Y si tuviéramos que matarlos,? 

para alimentarnos. 

deberíamos de hacerles sufrir, por gusto o placer,? 
¡¡no, no decían todos.!!


Y así eran todos los días con Jesús.

Pues era todo amor y cariño.  

Pero María, que era mujer lista y piadosa y muy sabia, antes de las nueve y cinco. 
Salía repartiendo una riquísima tortas, con miel y unos buenos tazones de leche. 
pero no de leche que se vende hoy, 

que casi toda es agua. 
Si no de pura leche, que con solo un sorbito,

veías hasta los ángeles, del cielo. 
Y a su hijo Jesús, 

además, le daba dos besos de buenos días. 
Así Jesús les iba enseñando, de todo en general.

Les hablaba de la moral, de lo que deberíamos de hacer, del respeto a los padres y hermanos, les hablaba de la palabra, de Dios todopoderoso.

Pero un día, uno de sus alumnos, no vino y el corazón se le encogió, y esperó, a que María, su madre, les repartiera ese rico desayuno, de tortas con miel y su tazón de leche.
Y como a él no le gustaba, eso de preocupar a nadie, dijo.
¿Hoy la naturaleza la estudiaremos, en el camino que os parece,?
todos contestaron, ¡¡sí!! Con gran alegría.

Jesús, mientras les enseñaba, todo cuanto había en el paso, que hasta los incestos tenía su historia, se iba aproximando a una cabaña,

donde vivía, la niña, que faltaba.
ya en la puerta les dijo a todos.
¿Sentaros todos alrededor mío, voy a preguntar por nuestra amiga, a ver qué pasa y cuando salga os cuento vale, pero en silencio, pues no sé qué puede pasar si,?
¿sí?
Así Jesús llamó a la puerta,

preguntando por Juanita.

Su madre, llorando, abrió la puerta y le explicó. ¿Juanita se muere.? De una enfermedad que de pronto le vino. 
Jesús le puso la mano, en el hombro, a su madre, diciéndole. ¡¡no se preocupe que se pondrá bien.!! 
y le dijo,
¿no le importa que los chicos entren, a saludarla,?
La madre no se opuso, resignada, pues ya daba lo mismo, sus lágrimas no dejaba de verter.
Jesús salió fuera y les dijo a todos, ¿ahora en silencio, vamos a rodear a nuestra querida compañera y rezaremos por ella, para que así se ponga buena, que os parece.?

 Y todos contestaron que ¡¡sí!!

Cuando todos sus compañeros, estaban rezando alrededor de su camita. 
Jesús pidió a su madre, varias clases de hierbas y flores que solo ella debería de recoger, por los alrededores de la casa. 
pero afuera de la casa, apareció María,

 madre de Jesús. 
la tomó de la mano y le ayudó,

 a recoger todas esas flores. 
ya hecho, María se brindó, ha hervirlas y desnudando a la niña, que estaba, ardiendo en fiebre,
María la froto por todo su cuerpo, y una vez hecho pidió a la madre de la niña,

 que les diera unas sábanas limpias.

Envuelta en las sábanas, de la cama, se la entregó a Jesús. que besándola en la frente. Ella lo miró, y sonrió. 
ya puestas las sábanas limpias.

María tomó a la niña y la puso en la cama,

tapándola bien.

 
María dijo a su mamá, ¿no se preocupe, que mañana estará en el colegio, sí.? 
y María besó a su mamá en la frente, y eso fue un manto de relax que ella no podía ni explicar.
Así se pasó la tarde, y todos volvieron a casa de Jesús y María, donde despidieron el día.
y con las bendiciones de ellos dos, todos se fueron lo más de contentos a casa. 
pues Jesús y María ellos jamás se equivocaban.

 Y su palabra es la fe y el amor verdadero.
Posdata, si te sientes afligida y no encuentras, compasión.
Acuérdate de Jesús y María, que ellos son la bendición. 
Que reconfortará tu alma, y calmará tu dolor,
mis besos a todos.
Enrique Nieto Rubio,
Derechos reservados de autor. 

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