sábado, 28 de julio de 2012

.Entre margaritas de Enricostro. en (poemas)



Llorando está... Entre margaritas, 
con su tierno corazón destrozado; 
por causa de otra dama maldita... 
Que a su amor le ha robado, 
Llorando está en su jardín, 
lamentándose y desconsolada. 
Pues le ha robado la vida... 
una bruja muy malvada. 
Llorando entre margaritas, 
Hasta el anochecer, 
Con un dolor tan inmenso, 
Que no se puede contener, 
Tirada entre flores está... 
mirando fijamente hacia el cielo; 
ahogando sus penas por su querer, 
pues se le fue su amado bandolero. 
Él partió en busca de otra mujer, 
y ella tirada en el suelo 
Siente que el mundo,
 se derrumba bajo sus pies. 
¡Nada sabe de lo nuevo! 
Ella nada y a nadie,
 quiere entender. 
Solamente sabe,
 que si no está su caballero... 
En este suelo morirá, 
penando por un te quiero; 
el cual la vida le arrebato,
y que nunca volverá. 
Enrique Nieto Rubio. 
*Derechos Reservados* 
colabora en imagen,
 Silvia Regina Cossio Cámara.




miércoles, 25 de julio de 2012

.Entre rejas de Enricostro. (poemas)


 

Hoy me encuentro entre rejas,
 penando por un querer.
Yo la llamo y ella no viene...
Nada de mí, quiere saber.
Veinte años me han echado; 
por un regalo que le entregue... 
un collar de diamantes;
 que para ella yo robe. 

Mira si he sido tonto,
 que por ella yo he pecado, 
Y ahora me siento solo,
solo y desconsolado.
Ella ya se olvidó de mí,
  y con otro se ha casado.
Y yo me encuentro entre rejas,
 hasta pagar su regalo. 

Enrique Nieto Rubio 
*Derechos Reservados*



domingo, 15 de julio de 2012

.La princesa de Sandargar de Enricostro. (cuentos)



Sandarga es un pueblo de la región de Balikesir Ili, está situado a una altura de 866 metros sobre el nivel del mar; allá en los Andes, en una hondonada, donde solo había un paso estrecho, pues todo estaba rodeado de montañas llenas de nieve.


En ese lugar existía una aldea hace muchísimos años, atrás; este pueblo estaba rodeado de muros altísimos y contaba con solo una entrada. Existía siempre mucha armonía con sus vecinos lejanos; sin embargo, este pueblo se moría de hambre .

El rey hizo un pacto con los dioses a cambio de riqueza y comida para su pueblo. Una vez al año se abrían las puertas para el paso de mercaderes que traían ropas y enseres, a cambio de sal; la que recolectaban las mujeres en un profundo pozo en el centro del pueblo... pero las viejas leyendas cuentan que el mismo no había sido creado por persona alguna.

Algunos dicen que fue un rayo que vino del cielo, provocando un espantoso trueno que formó dicho pozo; más los antiguos decían que el viejo rey ofreció a su hija... una princesa en sacrificio; para que con su virginidad calmara la ira de los dioses.

Se cuenta que la princesa tenía dieciséis años; una niña preciosa, de cabellos dorados, ojos azules y de piel algo oscura... bella y delicada como las esmeraldas.

Las personas del pueblo, al ver que su padre el rey había hecho ese sacrificio, con el fin de que su pueblo tuviera comida, llegaron a adorarlo como si de un gran padre de todos fuera.


Ellos fueron testigos de cómo la princesa resignada, ataviada con un vestido blanco, posaba encima de aquella roca en forma de cama amarrada, con los brazos en cruz. Hasta su muerte, o mejor dicho, hasta que los dioses bajaran por ella; en pocas horas moriría de frío.

El rey, con lágrimas en los ojos, se consolaba pensando que todo dolor valdría la pena, pues era para obtener el sustento del pueblo... bueno y así parece que sucedió.

En la noche la princesa ya no estaba, había desaparecido; los dioses la buscaron por todo sitio y al no encontrarla montaron en cólera y provocaron este rayo infernal.

El rey jamás supo de su hija desde entonces, las mujeres necesitaban bajar por sal a este pozo profundo; por lo que, con el tiempo, se fueron formando unas escaleras a todo su alrededor.

Un día, conforme iban bajando las mujeres, una de ellas escucho llorar a una chica... y preguntó:

- ¿Quién eres y por qué estás aquí?
Soy la princesa Sasaco... mi padre me ofreció en sacrificio a los dioses.

- ¿Y Por qué lloras?

Mis lágrimas son el producto de la sal que vais a recoger.

Las mujeres se compadecieron, pero igual llenaron sus canastos de esa sal pura y virgen, que provenía del centro de la tierra... Cuando llenaban sus canastos, los posaban en sus cabezas y subían... así durante todo el día hasta el anochecer.

Antes de retirarse, la mujer le preguntó a la chica:
- Princesa ¿No vienes con nosotras?

- No puedo los dioses, me tendrán aquí para siempre... pero tenéis que prometer que no diréis nada de mí afuera; si se entera el rey, la sal que sustenta el pueblo desaparecerá.


- ¡Ohhh! ¡Lo siento mucho!

- ¿En qué podemos ayudarte?

Si puedes, agradecería que puedas traerme alimentos todos los días... con eso estaré bien.


Pronto entre las mujeres se comenzó a comentar la triste historia... más nada podían hacer, así  que continuaban bajando, una y otra vez, por la preciada sal... todo el día


En la noche la luna iluminaba el centro del pozo, y la princesa lloraba y lloraba. A la mañana siguiente, una gran cola de mujeres, se disponían a bajar... pues todas estaban deseando ver a la princesa.
La princesa charlaba entusiasmada con todas las mujeres del pueblo, participa de sus juegos y se reía mucho con ellas durante el día; pero por la noche en su soledad, y con la luna de amiga... lloraba por su tristeza y desolación para así, crear más sal.

Con el tiempo la confianza entre la pequeña princesa y las mujeres se había consolidado, y cada vez que se veían se abrazaban... para luego continuar con la extracción de canastas de sal.

El rey tomaba en sus almacenes toda la sal del pozo, pues toda le pertenecía a él; y cuando se la vendía a los mercaderes, el rey le pagaba a cada mujer el dinero justo por su trabajo.

Los hombres del pueblo también iban vendiendo la sal por otros pueblos, y entregaban al rey el dinero ganado... y luego este también pagaba el salario justo a cada uno de ellos.

Así todo marchaba perfecto... pues lejos estaba de imaginar el rey, que se encontraba montado en riqueza, gracias al dolor y lágrimas de su hija.

Años después muere la reina y una de las chicas que bajaban al pozo se lo contó a la princesa.

- Sasaco tu madre ha muerto... y dicen en palacio que, desde que tú te fuiste, no dejo de llorar por ti.
Sasaco exclamó:

¡Pobre madre... era tan buena!
Acto seguido se echó a llorar... la amiga intentó consolarla sin poder conseguirlo. La princesa se metió en una caverna oscura que había en el lugar y no volvió a salir en todo el día.


Las mujeres continuaban bajando en silencio y apenas se alcanzaba a escuchar murmurar a las mujeres diciendo:
- ¡Lo siento!

Durante todo ese día, el cuchicheo entre las mujeres del pueblo fue inevitable; y un chico de diecisiete años... hermano de una de ellas, de tanto escuchar las historias de la infortunada princesa, así como de su carácter tan dulce... se fue enamorando de ella.

Un día este chico, quien tenía una linda relación de complicidad con su hermana pequeña de ocho añitos; y por ende quien lo mantenía al tanto de lo que escuchaba conversar a sus hermanas mayores... le dijo:
- ¿Hermana sabes? Estoy enamorado de Sasaco.
- ¡Ummm!..¿Qué sabes tú de amores y menos de Sasaco?
- ¡Ah! Pues todo lo que necesito saber... y quisiera conocerla.
- Pues tú no puedes bajar al pozo de sal; para los hombres está prohibido y tú los sabes.
-¿Bueno... y si le dices, que yo la quiero?
- No sé... ya veré si le digo.
La pequeña, después de pensarlo mucho, decidió bajar con su hermana mayor al pozo y ya en su interior la llamó:
- ¿Sasaco dónde estás?

Sasaco al escuchar una voz nueva y de alguien tan pequeña, salió de las sombras y preguntó:
- ¿Quién eres?
-Me llamo Casa.

-¡Ahhh! ¿Qué quieres?- He venido con mi hermana, pues quería conocerte.
- ¡Qué dulce de tu parte! Ven, siéntate a aquí conmigo y cuéntame el porqué de tu interés.

- Pues sabes, mi hermano está enamorado de ti.

-Ajájájáj! Es imposible... ¿De dónde me conoce?

-Bueno, creo que de oírnos a mí y a mi hermana, porque él se escondía para escuchar todo cuanto decíamos de ti.
La princesa preocupada respondió: ¡Os dije que nadie debería enterarse de este secreto!

- ¡Lo siento! Más no debes preocuparte... mi hermano, no dirá nada... y te dejo, porque se hace tarde y nos tenemos que marchar ¡Hasta pronto Sasaco!

- ¡Adiós, pequeña Sasa!

Desde ese día Sasaco empezó a pensar en el chico, soñaba incluso con él y se estaba enamorando; pues la hermanita todos los días le hablaba de él... y luego le comentaba al hermano todo cuanto había compartido con la princesa.

Era como un amor platónico, ya que sin conocerse... parecía que se conocían de toda la vida.
La princesa se cansó de solo soñar con él... deseaba salir y no podía... así que su corazón lloraba por él.
Un día el rey, quien ya era un anciano y apenas podía caminar... se enteró de que su hija estaba en el pozo, y se enfadó muchísimo.

Mientras tanto, en un pueblo vecino, la gente pasaba hambre... y decidieron robar la sal de Sandargar, y para ello enviaron un ejército de hombres.

Entraron al palacio por la noche para robar, llenando infinidad de sacos con sal... el rey al escuchar ruido salió; y una flecha maldita le alcanzó de lleno. El rey cayó al suelo y como pudo bajó las escaleras de la torre, y arrastrándose logró salir del palacio... así llegó hasta la entrada del pozo y decidió bajar.

El ruido de las piedras que caían al fondo del pozo despertaron a Sasaco... está sobresaltada, se levantó y preguntó:

- ¿Quién anda allí?
- A lo lejos se escuchó una voz de hombre que sollozaba:

-¡Hija, hija! ¡Hija mía! ¿Dónde estás?
Sasaco se incorporó rápidamente y caminó hasta media profundidad. Luego llamó a su padre.
- ¿Padre?
- Si hija... ¡Aquí estoy!
- ¿Padre que os ha pasado?

Hija, me han herido de muerte... y necesitaba decirte que lamento haberte entregado en sacrificio... ¡Jamás imaginé al suplicio que te estaba condenando!

-¡Por favor perdóname!

La princesa no tuvo tiempo de contestar... pues de pronto su padre se desplomó y cayó rodando hasta el fondo del pozo"ya  muerto.


-Ella, con el corazón roto y enfurecida, pidió venganza a los dioses y estos le dijeron:
-Tú puedes salir, pero el rey se quedará aquí para siempre.

La princesa trató  de salir de día... más no pudo, ya que la luz del sol cegaba sus ojos... así pues, espero hasta entrada la noche.
Se dirigió a una de las primeras casas y llamo a la puerta.

-Alguien preguntó:

-¿Quién sois?

¡Soy Sasaco! ¡Abridme por favor!

Abrieron la puerta...-¿Sasaco Qué hacéis aquí? Preguntó una mujer.

¡Mi padre ha muerto! Lo han matado para robar la sal, y yo no puedo salir de día; porque la luz me daña la vista.

En ese momento se levantó otro miembro de la familia... quien por casualidad era el chico de sus sueños.

Tomando su mano... preguntó:

- Sasaco... ¿Eres tú?
- ¡Sí!... ¿Eres tú, el hermano de Sasa?

- ¡Si yo soy! Seguidamente, la abrazo y conforto.
El chico llamó a su pequeña hermanita:
-¡Sasa! ¡Ven! ¡Mira quién está aquí!

Sasa se levantó restregándose los ojos... pero cuando escuchó de quién se trataba salió corriendo y al ver a Sasaco la recibió feliz y con un fuerte abrazo.

Sasaco, explico a toda la familia lo ocurrido; y dieron la alarma en todo el pueblo.

A la mañana siguiente, mandó a tocar las campanas de la iglesia para una reunión, general, de todo el pueblo.

En la plaza Sasaco se presentó con una venda en los ojos, y se pronunció ante todo su pueblo diciendo:
- Todas las mujeres me conocéis, y para los que no me conozcáis... les diré que yo soy Sasaco; la princesa y ahora su reina.

-¡Han invadido el palacio para robar la sal, y el rey, mi padre, así como, los de la guardia real, han sido asesinados!



Os hago un llamado para convocaros a la lucha; pues sé que volverán para robar el pan de todos.
¡Si estáis de acuerdo les tendremos una emboscada hoy por la noche!

- Todos estaban indignados y alzaron la mano pidiendo venganza... y vitoreaban a su nueva reina.
-¡Por la reina!
-¡Viva la reina!

Cogieron las armas y al anochecer se escondieron.

Los invasores habían hecho un agujero en el muro y por allí entrarían, pero esta vez los estarían esperando. Y así fue, tan pronto ingresaron, se les echaron encima... matándolos a todos como miserables pulgas.

Fue suficiente una batalla para ganar la guerra... noticia que rápidamente corrió por los alrededores; al punto que nunca más nadie se atrevió a robarles y atacarles de nuevo.

Los jóvenes compartieron hermosas tarde de romance y amor, hasta que se llegaron a conocer muy bien.
Semanas más tarde, Sasaco bajó al pozo; y le pidió a los dioses permiso para casarse con el chico.
Ellos respondieron:

- Si puedes y necesitas casarte con este chico; porque así este pueblo seguirá teniendo un reino.

Os casaréis frente a la boca de este pozo, y así tendrás nuestra bendición.

-Sí, sí... así lo haremos. ¡Gracias Dios mío!

Sasaco corrió hasta el palacio para prepararlo todo. En la casa de su amado, se abrazaron, celebraron y besaron todos. La
 reina Sasaco le explicó a todos en el pueblo, lo que se iba a hacer. Y el chico, al enterarse de que sería posible unir sus vidas, la beso con tal pasión, que cualquiera en su lugar hubiese quedado en cinta.

Se casaron y fueron felices para la eternidad. El pozo nunca dejó de dar millones de quintales en sal; siendo este reino el más rico de toda la comarca.

La reina, en su sentido de humildad, viajó hasta los pueblos más pobres; para fomentar las relaciones y dar bienestar a sus ciudadanos... hasta crear unos de los imperios más grandes y de riqueza sin igual.


- Fin -
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara

sábado, 14 de julio de 2012

.En el huerto de Enricostro.



En una frondosa higuera 
un buen higo me comí,
y tanta fue mi alegría, 
que otro cogí, sin espera.



Mientras su piel la quitaba,
a ese higo tan rico,
su leche le goteaba, 
por la punta de su pico.

Como con ganas me quede

de frutas no saciado;
a un manzano yo trepé, 
apostándome en su brazo.



Una manzana tomé,
roja como el carmín;
mientras le hacía mi mítos, 
le daba bocaditos 
y entera me la comí.


Ella decía que sí,
que la comiera toda entera;
pues corta fue la espera, 
de dos bocados la comí.

¡Qué alegría que me dio!

Que hasta lágrimas salieron;
suspirando me fui yendo, 
para otra cosa comer.


En mi porche me tumbé,
en mi tumbona favorita;
que en su lona fresquita,
a la parra yo miré.

Pues se me abrieron las alegrías,
cuando hermosas uvas divise;
pues le di con la escoba,
y un buen rámo yo tomé.

Las comí...de una en una,
hasta más y no poder;
me quedé relajadito,
en mi tumbona del placer.

Pues durmiendo me quede,
hasta tarde despertar;
y se me hizo la noche,
y con ganas de tomar.

Una cerveza fresquita,
la tomé de un tirón;
pues con tanta fruta, amigos,
la sed se disparó.

Enrique Nieto Rubio
<Derechos de Autor>