sábado, 14 de julio de 2012

.En el huerto de Enricostro.



En una frondosa higuera 
un buen higo me comí,
y tanta fue mi alegría, 
que otro cogí, sin espera.



Mientras su piel la quitaba,
a ese higo tan rico,
su leche le goteaba, 
por la punta de su pico.

Como con ganas me quede

de frutas no saciado;
a un manzano yo trepé, 
apostándome en su brazo.



Una manzana tomé,
roja como el carmín;
mientras le hacía mi mítos, 
le daba bocaditos 
y entera me la comí.


Ella decía que sí,
que la comiera toda entera;
pues corta fue la espera, 
de dos bocados la comí.

¡Qué alegría que me dio!

Que hasta lágrimas salieron;
suspirando me fui yendo, 
para otra cosa comer.


En mi porche me tumbé,
en mi tumbona favorita;
que en su lona fresquita,
a la parra yo miré.

Pues se me abrieron las alegrías,
cuando hermosas uvas divise;
pues le di con la escoba,
y un buen rámo yo tomé.

Las comí...de una en una,
hasta más y no poder;
me quedé relajadito,
en mi tumbona del placer.

Pues durmiendo me quede,
hasta tarde despertar;
y se me hizo la noche,
y con ganas de tomar.

Una cerveza fresquita,
la tomé de un tirón;
pues con tanta fruta, amigos,
la sed se disparó.

Enrique Nieto Rubio
<Derechos de Autor>

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