Amigo mío...
Entiendo que no la queráis compartir,
pues una rosa, es rosa de un solo sentir.
Amigo mío...
Sé que vuestro amor por ella,
es todo un sentir,
pero si ella me dice un te quiero,
será un mundo para mí.
Amigo mío...
Mis respetos le daré,
si ella me dice te quiero...
Pues es lo que debo,
y es lo que mi corazón ansía.
Amigo mío...
Nada puedo hacer,
sí, vivo, noches de desvelos y de temor;
más si por ella he de morir...
¡Que me ayude mi Señor!
Amigo mío...
Que por vuestra señora me muero,
que la quiero con locura.
Recuerde que de usted es el pañuelo,
que con lágrimas ella mojó;
arrastrándose por el suelo,
suplicándole amor y comprensión.
Amigo mío...
Yo comprendo sus celos,
y a mí también me duele,
vuestro amor;
porque la quiero con devoción,
aunque usted crea,
que he perdido la razón.
Amigo mío...
Comprenda que si me marcho ella muere,
si me quedo morís vos.
Fiel testigo son estas dos paredes,
lugar donde nació nuestro amor.
Amigo mío...
Yo le pido... que le permita marchar;
déjela que pronto venga a mí.
Que su amor es mi cantar,
y su sentir es mi vivir...
¡Ella es todo para mí!
¡Amigo mío!
Debe saber que aunque,
¡mi hermano usted sea!
¡No pienso retroceder!
¡Porque no la deseo más compartir!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.