domingo, 30 de agosto de 2015

.Era una linda flor de Enricostro.


Era una linda flor... delicada flor de grandes pasiones, 

qué entraste en mi corazón para llenarme de ilusiones. 

Tú llenaste mi sentir, qué dormido lo tenía... 

Iluminaste mi vida y acariciantes mis tristes días. 

Tú me devolviste la esperanza de un nuevo amanecer, 

y espere tantos amaneceres, a que volvieses a mi ser. 

¡Sí! Esperando todas las tardes, y un nuevo día solo por ti. 

Pues si aquí se hacía tarde... contigo amanecía en tu vivir. 


Son las horas que nos separan, en la distancia del camino; 

día y noche batallamos para encontrar un mismo destino. 

Hermosas flores te entregué, cuando el día amanecía... 

e innumerables sueños te conté, para sentir tu alegría. 



Y así, escucharte decir, "Sí, mi amor... contigo soy feliz"... 

Tú me brindabas la calma, me contagiabas tu alegría;  

me colmabas de dulces besos, llenando de vida todo mi ser; 

iluminando así, todos mis sueños... sueños de un nuevo día. 



Pero como todo en esta vida... en el roce diario está el cariño;

más cuando todo se abandona, se nos va enfriando el sentido... 

Poco a poco se van olvidando los sueños, y se desconoce el camino; 

así como poco a poco... ¡Se enfrían las ilusiones y se mueren los sentidos!
Enrique Nieto Rubio 

*Derechos de Autor*

miércoles, 26 de agosto de 2015

.Los pipas de Enricostro (relatos).


En un pueblo cerquita de Córdoba, había un pequeño pueblo, donde el paro laboral no existía. Todos sus habitantes trabajaban, por lo que el lugar era próspero y moderno... nada faltaba.

Pero no todo era color de rosa, pues la población tenía una gran espina clavada en su corazón; pues allí vivían tres chicos que aún no habían cumplido mayoría de edad; quienes con sus fechorías mantenían a todos los habitantes en jaque.

Ellos eran unos delincuentes, que ejecutaban todo tipo de fechorías. Asesinaban, robaban coches, motos, casas; incluso entraban al centro comercial, golpeando a diestra siniestra a quién les venía en gana.

La policía los detenía, pero siempre por alguna razón; ellos siempre se salían con la suya; ya sea por falta de evidencias, o porque nadie contaba con el valor suficiente para denunciarlos; así pues, a los pocos días salían libres... y por supuesto, volvían a lo mismo.

Eran tan perversos que acorralaban a mujeres vulnerables, sin que para ello importará la edad... hostigándolas para que estuvieran con ellos; si estas no aceptaban, las golpeaban sin misericordia.
Todos los habitantes del pueblo, comentaban entre unos y otros, la abominación que sentían contra los jóvenes criminales; no obstante nadie se atrevía a tomar la ley por propia cuenta, pues temían terminar presos.

Día a día, se iban convirtiendo en seres más despiadados y salvajes, pues con el tiempo sus delitos eran mucho más violentos y sanguinarios. Comenzaron a abusar de mujeres vulnerables; entre los tres las violaban y si estas se oponían las mataban, sin importarles que hubiese más personas presentes.

Como eran tan temidos por la población, sabían que nadie trataría de enfrentarlos. Y tal cual sucedía siempre, las autoridades los capturaban... pero igual a los pocos días se encontraban libres de cargos.

Un buen día, un tranquilo barrendero trabajaba cerca de las vías de la estación del ferrocarril. Se percató cuando el tren se acercaba, a baja velocidad... pues antes de arribar había una curva prolongada.

De pronto los vagones comenzaron a colapsar, y los cristales a reventar. La locomotora quedó anclada en ese mismo instante; por lo que los pasajeros despavoridos y aterrados evacuaban a toda prisa del tren.

Se podía observar que el último vagón se encontraba envuelto en llamas, y el barrendero que se encontraba en el lugar, inesperadamente sintió como unos cristales, como lluvia... cubrieron el espacio donde se encontraba.

Cuando el barrendero logró mirar, hacia el interior de uno de los vagones; entre los cristales rotos, advirtió a los chicos que tanto daño infligía al pueblo... y les dijo:

-¡Basta de fechorías!... ¿Ya vale no?
Ellos saltaron por las ventanas, y cuando el barrendero quiso reaccionar, uno de los malhechores lo amenazaba con un gran y filoso cuchillo.

Uno de ellos le vociferó... ¡Qué te has atrevido a decir! ¿Quieres morir?

El barrendero se quedó erguido, mientras en su mano sostenía unas tijeras grandes, para podar... Más en ese preciso instante se escuchó una gran explosión, procedente del vagón en llamas; por lo que los criminales volvieron la vista al lugar del estruendo... incluyendo al que le amenazaba con el cuchillo.

 
El barrendero que temía por su vida, hizo uso de sus tijeras con una rapidez tremenda, cortando la cabeza de dos de los maleantes... y al tercero le hundió las tijeras hasta el fondo del estómago; diciéndole:

-¡Llego tu final capullo, no volverás a hacer más daño a nadie!

El jovenzuelo aún en ese momento, miraba al barrendero fijamente, y con los ojos que casi se le salían de las órbitas, sin siquiera respirar... parecía querer fulminar a su ejecutor con la mirada.

El barrendero, quien temió que el delincuente quedará con vida; no dudo en utilizar de nuevo las tijeras, decapitándolo también. Cuando el pobre hombre se percató de lo que había hecho...no pudo dejar de lamentarse por lo sucedido.

Sin embargo, nada podía hacer; así que inmediatamente desnudó sus cuerpos, las vestimentas las echó en una bolsa, dentro de un cubo. Acto seguido, se dirigió a los cuerpos de los tres individuos, cortó todos sus dedos... los cuales, junto con las vestimentas y cabezas en el cubo, colocó.

Seguidamente, los restos de los individuos, de una patada, empujó hacia las vías; tirándolos por la estación, tal cual si de basura se tratara.

Recogió sus herramientas de trabajo, limpio rastros de permanencia en el lugar... tomó los cubos con las evidencias, y se retiró en dirección a su cuartelillo.

A llegar y sin decir nada; vació el contenido en una bolsa negra, la cual amarró muy bien... la introdujo en la cajuela de su coche y se dirigió a su casa.

Él vivía en una cutre parcela, llenita de trastos por todos sitios; así que excavó un gran agujero, lugar donde usualmente tiraba la maleza y enterró la bolsa.

Debido a la explosión y el pánico generado en la estación; nadie prestó mayor atención a las formas en que se habían encontrado los cuerpos. La policía recogió los restos, esperando de forma alguna encontrar los cuerpos o dedos, y así poder identificar a las "víctimas".
Lo único que tenían como pista, era la gran cantidad de oro que portaban los cuerpos; pues los tres tenían en el cuello, gruesas cadenas de oro, y un medallón en el cual con diamantes, estaba impreso el nombre de: "Los Pipas".

Se realizaron las investigaciones correspondientes, por parte de la policía... más nunca encontraron pista alguna. Sin embargo, los residentes de esta población, encontraron por fin la paz y tranquilidad, que por tanto tiempo habían añorado.



"Quién a hierro mata, a hierro muere"

Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*

martes, 4 de agosto de 2015

.La caja de zapatos, de Enricostro.

La señora Luisa María Rubio de los Ríos, en Córdoba... al día de hoy en el año 1837; vivía en la calle Gutiérrez de los Ríos... donde más tarde se le puso su nombre a esa vía.


La dama poseía muchos millones de duros, así como una gran cantidad de cortijos y miles de kilómetros de tierras; además del Castillo Andaluz en la Sierra de Córdoba.

Yo soy el bisnieto de dicha señora, quien a continuación les narraré un trozo de su interesante historia.

Luisa María, era la mujer más bella y distinguida de la comarca; quien día a día se engalanaba con las joyas más exquisitas que jamás nadie pudiese soñar; las cuales eran diseñadas por el platero más reconocido de ese entonces... Don Andrés Nieto Albañil.

Don Andrés era un diseñador único, y como él no había otro en todo el mundo que le igualara; pues todas sus joyas eran hechas completamente a mano, y montada pieza por pieza.

El esposo de Luisa María, era español y Teniente Coronel; quien murió vilmente asesinado a cuchilladas y mientras dormía, en la guerra del Sahara Occidental. El crimen fue cometido por enemigos de España.

Mi querida bisabuela empezó a decaer y a abandonarse, nada y nadie parecía aliviar el dolor que la embargaba. Transcurrió el tiempo, y gracias a la doncella que estaba a cargo de su cuidado, quien la cuidaba tal cual, se tratase de su propia vida, volvió a recuperarse.

La verdad es que para ese entonces, aún estaba que rompía de hermosa.

Era poseedora de una pequeña cintura, unas caderas dignas de una diosa, las cuales al caminar contoneaba de forma singular.

Era esbelta, de tez morena; ojos grandes y coquetos... en fin, sumamente preciosa.

Sin embargo, era un ser humano que destacaba, principalmente, por ser muy apreciada por todos aquellos que la conocían... Ya que, su mayor don era que poseía un inigualable corazón; era muy noble y atenta a las necesidades de quienes la rodeaban; más esto no quiere decir que fuese una mujer sin carácter y personalidad.

Después de algunos años de soledad, aceptó el cortejo del Duque de La Jumilla, quien era un hombre muy bien parecido; alto y robusto, que gustaba de lucir un pulcro bigote y perilla bastante peculiar... presumido como él solo; pues también era poseedor de una gran fortuna.

Constantemente expresaba, que en este mundo... él poseía lo más hermoso... y que si no lo tenía; era simplemente porque no existía.

Más para infortunio de mi bisabuela, el arrogante duque le confesó que él está incapacitado para darle descendencia.

No obstante ella había sido bendecida, con cuatro hijos inteligentes y dulces, a quienes procreo en su primer matrimonio; motivo por el cual, cuando este le propuso matrimonio... ella encantada acepto.

De mi familia eran cinco hijos dos varones y tres hembras.

Pertenecían a la Realeza Cordobesa... tenían a su servicio un ejército de sirvientes; pues no reparaban en derrochar el dinero a manos llenas. Más nadie tenía queja alguna, pues mi bisabuela cuidaba de todos quienes se encontraban en su entorno; proveyéndolos de lo necesario para vivir cómodamente... pues era una mujer generosa.

Pasaron los años siendo muy dichosa al lado del Duque de La Jumilla, pues él para compensarla la colmaba todos los días con lindos vestidos, joyas... ofrecían grandes fiestas, en las cuales los vinos y exquisitos banquetes nunca hacían falta.
Cuando aburridos se sentían... gustaban viajar alrededor del mundo.

Si bien es cierto, les gustaba disfrutar de todo lo bueno que la vida puede ofrecer, no todo giraba en torno a banalidades; ya que con esmero trabajaba arduamente en pro de los demás.

Se preocupaba por el bienestar de los más desafortunados, siendo el hospicio de la Calle de los Bataneros de su propiedad; la cual era inmensa... pues eran muchos a quienes albergaba en el lugar.

A pesar de que despilfarraban el dinero y que estaban comprometidos con diversos programas, para ayudar a los más necesitados; sus riquezas lejos de disminuir, se incrementaban día con día.
Los años transcurrieron y cuando mi bisabuela María Luisa, estaba cerca de cumplir 79 años, súbitamente cayó enferma debido a un fuerte virus de influenza que azotó la región.

Dos de sus hijos vivían en las Islas Canarias... y los tres, que vivían en la misma ciudad, murieron a causa de la enfermedad.

Como en cualquier lugar; nadie por bueno que sea...es moneda de plata para caerle bien a todo el mundo; así pues, sin ella saberlo... en su doncella tenía a una enemiga acérrima.

Esta mujer, sentía una gran envidia por la buena fortuna de mi bisabuela, sentimientos que no eran del todo desconocidos por mi bisabuela; ya que muchas veces percibía la antipatía que esta le profesaba.
Mi bisabuela le dictaba cartas, informando de su estado delicado de salud; y en contra parte la empleada, quien se llamaba Francisca, comunicaba que todo marchaba bien.

¡María Luisa, muchas veces creía escuchar a la doncella, murmurando!:
-Te quitaré todas tus joyas vieja loca!

Francisca estaba por igual entrada en edad, y tenía unos hijos que eran unos buitres sin oficio y beneficio.

Una noche, sin motivo aparente, comenzó a sentirse muy mal de salud... al punto que comenzó a reflexionar, que sucedería si ella moría. Y así fue, como cayó en cuenta de que sus bienes no se encontraban seguros; así como sus tan amadas joyas, las cuales guardaba en la caja fuerte de su hogar.
Luego de mucho pensar, se dirigió a su armario y sacó cuatro cajas de calzado, de los más antiguos que tenía. Acto seguido sacó los papeles del interior de las zapatillas... y procedió a llenarlos con joyas. Cuidadosamente, procedió de nuevo a colocarlos en sus respectivas cajas y en su lugar...no sin antes cubrirlos con los papeles viejos que había retirado.

Al día siguiente, Francisca despertó a la anciana; comentándole en medio de su llanto, que uno de su hijo, también había caído enfermo... o al menos eso le dijo a mi abuela. No obstante, ella no le creyó... y percibía que algo estaba tramando la mujer.

Y efectivamente así fue; porque días más tarde... otra de sus doncellas, le informó, se había enterado, que la institutriz visitó la boutique que ella frecuentaba, para comprar hermosos vestidos, con el dinero que ella le había ofrendado, para cubrir los gastos de la enfermedad de su hijo,
A mi bisabuela, esta noticia, no le tomó por sorpresa... pues era de su conocimiento; que la institutriz desde siempre aspiraba a formar parte, de la alta sociedad... y esto, al final, no la hacía una mala persona.

María Luisa continuó dedicando su tiempo, a visitar sus hospicios y asilos de ancianos, asegurándose que todos contaran con excelentes cuidados; así como actividades de recreación, en la que grandes y chicos pudiesen participar... para así, proporcionarles una mejor calidad de vida.
Sin embargo, conforme pasaban los meses... mi bisabuela, de a poco, se fue retirando de todas sus actividades; pues se sentía enferma. Durante un tiempo su vida transcurrió, entre idas y venidas de un médico a otro... más ninguno, se explicaba el porqué de su deterioro.

Pasaba la mayor parte del tiempo recostada; y cuando se levantaba era solamente para caminar y recolectar algunas flores de su exquisito jardín.
Era domingo mi abuela llamo a el jardinero; quien religiosamente le traía las flores más hermosas del jardín; y si no había... las compraba en el mercado; las cuales llevaba al pie de su cama, recitándole un hermoso poema; pues él la quería y admiraba muchísimo.

Después de agradecer por sus rosas y dulces letras... mi abuela afligida le dijo:

-Rafael, mi salud cada día se deteriora más y más; y presiento que pronto partiré.

El pobre jardinero no alcanzó a balbucear palabra alguna... pues era evidente que María Luisa se encontraba al borde de la muerte.

Mi abuela prosiguió:

¡Prométeme que cuando muera, le entregarás a mis hijos, este cofre con la nota que está en mi mesita de noche!

-¡Por supuesto señora! ¡No faltaba más!
Muchas gracias... sé que puedo confiar en ti. Después sacó un sobre que escondía debajo de su almohada, y le advirtió:

Escucha con atención... este sobre es para ti; más te suplico que no lo abras, y esperes hasta que yo haya muerto; pues no quiero que comiences a presumir con los demás empleados... pues te aseguro que será suficiente para que puedas vivir plácidamente con tu familia, por muchos años.

Como te conozco y sé lo cabeza dura que eres, te advierto que si no cumples mis órdenes; terminarán por acusarte de haberme matado... pues presiento que me están envenenando; pues los medicamentos lejos de ayudarme... con el paso de los días, me van matando.

Sin embargo, para cuando ese momento llegue, igual podrían incriminarte, por lo que te daré un documento que verifique tu historia, el cual te lo entregaré debidamente firmado y sellado.
El día de mi deceso, debes de pedirle a la doncella las cajas de zapatos; y si te cuestiona al respecto, dirás que son para tu esposa; pues por el estado en que se encuentran, lo más seguro es que los desechará..., ya que a ella siempre le parecieron horribles. ¿Vale?

Rafael, con un nudo en la garganta, apenas asintió, en señal que acataría las órdenes al pie de la letra. Para ese instante él desconocía lo que había, en el interior de las cajas,

¡Luego la bisabuela pareció cambiar de parecer, y le dijo!:
-Ahhh! Creo que es mejor que saques todo a escondidas, por la puerta del jardín... y hazlo con sumo cuidado para que no se entere la institutriz, o algún miembro de la servidumbre.

Rafael sintió que el mundo se le abría a sus pies... e inmediatamente en su rostro la preocupación se reflejó.
María Luisa lo tranquilizó diciendo:

Mi querido Rafael, no tienes por qué afligirte, pues es por ello que dejaré un documento; en el cual informaré que has actuado bajo mis órdenes. Debes saber que te estoy muy agradecida por tantos años de fidelidad; y anhelo para ti, lo mejor del mundo... pues te lo mereces.

Para ese momento. El infeliz jardinero tenía el rostro cubierto de lágrimas,,,y con un beso en su mano, agradecido por el tiempo en que le había acogido... de ella se despidió.

Mi bisabuela, trato de no demostrar su emoción, exclamando:
¡Vamos! ¡Muévete! ¡A tomar las cajas y a cumplir con mis indicaciones!
Rafael inmediatamente se puso, manos a la obra... y antes de salir de la habitación, pregunto:

Señora, ¿no hay nada más que pueda hacer por usted?

-¿Qué podrías hacer?
Quizás solamente enviarle una carta a mis hijos, notificándoles que me muero... Sin embargo, eso imposible será, porque tú no sabes escribir, y en lo que a mí respecta; me siento tan débil, que dudo poder alzar una mísera pluma y papel.

Además de nada serviría, pues Francisca tiene todo el control. El pobre jardinero sumamente consternado, cumplió con las órdenes de su ama, y del lugar salió.

Ese día, mientras en el jardín se reposaba, acompañada de Francisca; cerca de las cinco y media de la tarde... dejo de respirar, tal cual había vaticinado.
El jardinero les informó a los trabajadores, que debía cumplir con los últimos deseos de mi bisabuela; las cuales eran... que todos debían de abandonar la mansión... y dejar todas las cerraduras con doble llave.

Francisca, ni lerda ni perezosa, ansiosa, revisó hasta el último rincón de la casa... con la excusa que deseaba dejar todo en perfecto orden, en honor a su amada patrona; más un buen palmo de narices se llevó, pues con afán busco y busco... y nada encontró.

Se dirigió hacia donde se encontraba la caja fuerte, y horrorizada descubrió que la misma estaba vacía...

Los apesadumbrados hijos llegaron para rendir homenaje a su madre en los eventos fúnebres... y luego hacia el Campo Santo se dirigieron, lugar donde despidieron a su madre, con una hermosa ceremonia.
Días más tarde, el notario envió una notificación, para requerir que quienes aparecían en el testamento, se presentaran en su oficina... documento, que había sido totalmente manipulado, por la vieja institutriz.

Pues según dicho documento, todo el patrimonio le correspondía a Francisca y sus hijos, Para ella las joyas, propiedades y dinero en efectivo; y para sus hijos el castillo.

La única condición de mi bisabuela, aparentemente, era que Rafael no perdiera su empleo de jardinero... para que así, este se pudiese ganar la vida... cultivando las rosas más bellas y que tanto amaba; para después por las mañanas las llevara a su panteón.

Los hijos, más que contrariados, salieron de la oficina del abogado confundidos, por la decisión de su madre,,,´más creyeron que había determinado entregar sus bienes a quien más lo necesitaba, considerando que ellos no vivían más en Barcelona.
No obstante, al llegar al castillo... el jardinero les hizo entrega de una carta, por parte de su difunta madre.

En la cual decía:
¡Hijos míos...me han envenenado! Y como poco a nada, pude hacer... esa mujer se ha quedado con casi todos mis bienes. Hoy nuestra familia es sumamente pobre; y como si esto no fuese ya suficiente... el apellido Ríos, también ha sido manipulado por el obispo de Córdoba, quien ha cometido esta fechoría, para adueñarse del patrimonio de dichas calles.

La institutriz ambiciosa, mientras tanto... frente a todos envió a llamar al cerrajero... más cuando este abrió la cerradura, de la caja fuerte principal... se encontró con que, tampoco había nada, Su cólera fue tan grande, que le dio un patatús, y se quedó tocada del cerebro... quedando tonta y perdida, para siempre.
Los hijos, que eran unos malvados, la botaron a la calle... y ella, con la vista perdida, deambulando por las calles, se perdió.

Esos buitres quedaron al acecho, y cuando se enteraron de la fortuna heredado por Rafael... por la noche, invadieron el hogar del jardinero; y quedaron alucinados con la cantidad enorme de valiosas gemas...

Más para su desventura, uno de los vecinos presencio la forma anómala, en que ingresaron los hombres... por lo que llamaron a la policía; y rápidamente los apresaron.

Después de realizar las investigaciones pertinentes; encontraron pruebas que Francisca, con la ayuda de sus hijos, efectivamente habían envenenado y matado a pausas a mi abuela: A ellos los juzgaron y encontraron culpables, condenándoles a cadena perpetua... despojándoles así mismo, de todos los bienes adquiridos de forma tan perversa.
Francisca, también recibió su merecido... pues se quedó viviendo en las calles. Mi padre contaba, que a menudo se le veía, comiendo directamente de los recipientes de basura, y apenas subsistiendo en medio de la suciedad y miseria.

Nunca más Francisca, con sus malvados hijos, se volvió a reencontrar.

Rafael, quien era un hombre leal y trabajador... consciente que mi bisabuela, a causa del envenenamiento... había actuado de forma precipitada; les devolvió a los hijos las cajas de zapatos, con el lote completo de joyas.
Ellos agradecieron emocionados...no por el hecho de recibir las joyas de vuelta; sino por haber tenido el privilegio de conocer a un hombre tan integró como su humilde jardinero.

Le expresaron que ellos también eran hombres que no le temían al trabajo; y que su deseo era exponer las joyas en una exposición en el castillo... la cual llevaría el nombre de mi abuelo.

Hasta el día de hoy, todo aquel que haya visitado el castillo, y observado la exposición, estará de acuerdo conmigo, en cuanto a que han sido las alhajas más valiosas y hermosas de todos los tiempos.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*