Era una linda flor... delicada flor de grandes pasiones,
qué entraste en mi corazón para llenarme de ilusiones.
Tú llenaste mi sentir, qué dormido lo tenía...
Iluminaste mi vida y acariciantes mis tristes días.
Tú me devolviste la esperanza de un nuevo amanecer,
y espere tantos amaneceres, a que volvieses a mi ser.
¡Sí! Esperando todas las tardes, y un nuevo día solo por ti.
Pues si aquí se hacía tarde... contigo amanecía en tu vivir.
Son las horas que nos separan, en la distancia del camino;
día y noche batallamos para encontrar un mismo destino.
Hermosas flores te entregué, cuando el día amanecía...
e innumerables sueños te conté, para sentir tu alegría.
Y así, escucharte decir, "Sí, mi amor... contigo soy feliz"...
Tú me brindabas la calma, me contagiabas tu alegría;
me colmabas de dulces besos, llenando de vida todo mi ser;
iluminando así, todos mis sueños... sueños de un nuevo día.
Pero como todo en esta vida... en el roce diario está el cariño;
más cuando todo se abandona, se nos va enfriando el sentido...
Poco a poco se van olvidando los sueños, y se desconoce el camino;
así como poco a poco... ¡Se enfrían las ilusiones y se mueren los sentidos!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos de Autor*
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