jueves, 18 de agosto de 2011

.El desglosador de pollos.



En Almodóvar del Río, Córdoba; es un pueblo donde hay un inmenso castillo, en el cual vivía Andrés, un millonario que su fortuna la consiguió con su pequeña granja de pollos.

Él tenía los mejores pollos de toda la comarca, y los desglosaba, como nadie. Los mejores filetes de pollo eran provenientes de su crianza.
Un día algo raro sucedió cuando cerró las puertas de la verja, donde se encontraban los pollos; cortándose en una mano al punto de hacerse una gran brecha... pero él no le dio mucha importancia, ni fue a atenderse con médico alguno; sino que más bien se dirigió al lugar destinado, para matar a los pollos y comenzó su trabajo desglosando, los pollos del día.


Transcurrieron las horas y la herida comenzó a dar señales de infección... pero como era algo obstinado, no le dio importancia.

Pasaron los días y una mañana, no pudo levantarse de la cama, porque estaba encendido en fiebre... el termómetro marcaba  más de cuarenta décimas.
La esposa afligida al darse cuenta de lo que sucedía, llamó a una ambulancia y los trasladaron al hospital de Córdoba.
Ingresó a emergencias, con la cara y el cuerpo hinchados, por lo que rápidamente lo comenzaron a tratar con antibióticos... más los doctores no llegaron a descubrir que sucedía, dentro de su organismo... así pues, no les quedó más que esperar a ver como evolucionaba con los medicamentos.

Hubo un cambio de guardia, y un doctor que no era quién lo había estado tratando, diagnosticó lo siguiente:
¡Es la fiebre  del pollo!

¡Más como este facultativo, carecía de buena reputación, por ser un hombre muy mujeriego, y poquito pirado!
¡Este médico, presente, decidió comentar "la enfermedad"; en la sala de reuniones, con otros facultativos... y estos al escuchar que era la enfermedad del pollo, echaron a reírse..Ajájájájá!
Y le dijeron: ¡Tú estás chalado!

-El hombre frustrado, insistía, diciendo: ¡Les digo que es la enfermedad del pollo mejor dicho la fiebre del poyo.!

Una vez más todos echaron a reír, diciendo: ¡Ajájájájá! ¡Qué cachondo es el tío!
No le prestaron atención... pero igual al terminar la reunión no llegaron a un acuerdo.

Al día siguiente la fiebre cedió totalmente, Andrés se encontraba mucho mejor, más decidieron tenerlo un día más en observación.

Venticuatro horas más tarde, el médico decidió darle de alta, más sin  antes hacerle la siguiente observación:
-Andrés, si te encuentras algo, o sientes síntomas extraños...no dudes en llamar inmediatamente, que en estas cosas nunca se sabe... vale?
- Sí... así lo haré, muchas gracias! ¡Adiós!

Andrés en su casa quedo en reposo también, más por la tarde 
 se fue, a la tienda, y en el despacho encontró a su esposa.

¡Hay! ¡Ya estás aquí! Exclamó emocionada la esposa.
-¡Si cielo, por fin, llegué!
-¿Estás bien?
-Sí, claro que sí, ya no tengo molestia alguna.
-¡Que bien amor...es una alegría!

Felices juntos prepararon la cena, pasaron una agradable velada y luego se marcharon a dormir.

Andrés, que ya se sentía muy bien, incluso deseaba compartir en la intimidad con su esposa; así pues, comenzó a seducirla y a besarla apasionadamente... Pero de pronto la mujer sintió que algo le picaba dentro de su lengua, haciéndole una herida tremenda.

Ella gritaba: ¡Suelta, suelta! Ayyyy! Y dándole un fuerte empujón, se separó de su marido, sin que este pudiese reaccionar.
La esposa molesta le dijo: ¿Qué te pasa, estas gilipollas o que.? ¡Me has mordido gilipollas!
- ¡Pero cómo te voy a morder mujer! ¡No lo he hecho... estás pirada!
La mujer preguntó contrariada: ¿Entonces esto qué es?
Andrés, que también estaba sumamente molesto, sin voltear a verla, salió de la habitación.
Ella se fue al baño para curarse... y él regresó a ella preocupado:
-Déjame ver que te ha pasado... ¡Madre mía, te juro que no me he dado cuenta! ¡No sé qué ha podido pasar!.

Él rápidamente la tomó del brazo, la llevó de vuelta al dormitorio y con lo que tenía disponible la atendió.
Al día siguiente, la mujer amaneció en estado de shock y encendida en fiebre... Andrés el desglosador la llevó rápidamente al hospital, pero esta no alcanzó a llegar con vida.
-Velaron su cuerpo y la enterraron.

Pasaron los días y Andrés estaba muy triste, apenas atendía su tienda, y con el tiempo fue abandonando el cuidado del castillo y ya jamás salió de él.

Con el tiempo, los deseos de Andrés por tener sexo volvieron y decidió llamar a una casa de citas, detallando la clase de chica que deseaba y que se la enviaran al castillo.

Cuando la dama llegó, comenzaron su romance, escuchando música, conversando y deleitando una exquisita cena. Ya en los aposentos comenzaron las caricias, pero al momento de penetrarla; de la boca de Andrés salió una cabeza de pollo, quien comenzó a picotear a la mujer por toda la boca y la cara... mientras la pobre infeliz no dejaba de gritar:

¡Socorro, socorro! Como pudo logró soltarse, y salió corriendo... pero a los pocos metros, cayó muerta con los ojos abiertos.
Andrés apenas pudo reaccionar... cuando la vio en el suelo exclamo:

¡Dios... pero que ha pasado!
¿Ahora qué haré?

Él entró en pánico porque todo el suelo estaba lleno de sangre... la mujer parecía haber sido atacada, con un pica hielo... en fin. Todo lucía espeluznante, por lo que se aterró y decidió no avisarle a nadie.
La tomó en brazos y se dirigió a una gran fosa en el interior de un sótano del castillo, la arrojó y regresó a su habitación a limpiar todo vestigio de lo ocurrido.
Los primeros días fueron difícil, pero tal cual sucedió la primera vez, con el tiempo se olvidó del caso.
En el pueblo se armó un revuelo a causa de la chica desaparecida, algunos decían haberla visto subir al castillo... y que después de ello nadie la había vuelto a ver con vida. La policía se presentó a investigar, pero no encontraron pruebas y mucho menos el cuerpo.

Meses más tarde, Andrés decidió llamar a otra dama de compañía... y sucedió exactamente lo mismo. Escucharon música, conversaron, cenaron... se dirigieron a la alcoba con el mismo ritual... y en mal momento de nuevo la cabeza de pollo salió de su boca, destrozando a la muchacha.

Al igual que la vez anterior, tomó a la muchacha, la echó en la fosa y limpió la escena del crimen.

¡En el pueblo, comenzaron los rumores... porque esto siguió sucediendo una vez y otra vez... y otra vez!
Todas las pistas llegaban al castillo. Los policías tenían los datos de todo cuanto pasaba en la propiedad de Andrés... pero parecía que Andrés no estaba consciente de lo que estaba sucediendo.
Así pues, él acordó con la policía que se pondrían cámaras de vigilancia y así por fin descubrir a tan cruel asesino.
Esa misma noche, la policía descubrió el trágico desenlace de la investigación: ¡Andrés era quien sin querer mataba a sus víctimas! 


Esa fue su última víctima... porque lo detuvieron inmediatamente, lo llevaron al hospital donde descubrieron que debajo de su lengua, tenía una cabeza de pollo, que picaba con mucha intensidad y agresividad; por lo que decidieron llevarlo a cirugía.

Andrés, quien no creía en todo, cuanto le estaban expresando los doctores, refutaba:
¡No puedo creer, semejante, disparate!
-¡Tome, este espejó y véalo usted mismo! Dijo el doctor.
El pobre hombre se horrorizó y casi pierde la razón; cuando vio en el fondo, la cabeza de pollo, que trataba en vano de esconderse.


Mientras lo intervenían, la policía se dirigió al castillo, lugar en donde encontraron los cuerpos, en descomposición en el pozo.

¡Durante la operación lograron extirpar la cabeza del pollo con éxito... pero Andrés nunca jamás despertó!
-Fin-
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes.
Silvia Regina Cossio Cámara.