Los dos se enamoraron y siempre estaban juntos y felices, disfrutando de su eterna dicha. Pero no estaban solos, pues entre las sombras de los árboles, un ser maléfico les observaba con envidia, pues enamorado de la chica vivía... viviendo así en una continua tortura.
Este ser corrompido, por el mal que le produjo la soledad, con odio maldijo a la feliz pareja, exclamando:
-¡Solos como yo, deberíais sentiros!
Tan lejanos de tocaros el uno al otro, como yo estoy de ti, amada mía, y en una continua búsqueda del amor, como yo día a día, yo lo hago.
Así debéis sentiros, hombre y mujer... y como sol y luna, ¡Hoy os maldigo!
Con tanta rabia dijo aquello; que el cielo oscureció y la feliz pareja de repente desapareció.
Tan bella, tan deslumbrante, tan resplandeciente como siempre, el ser malévolo pensó que con éxito los separó... y reinó una paz que hasta entonces no sintió.
Poco a poco ella se ocultaba tras la montaña, y por igual aparecía con fuerza él... bajo la forma de una esfera aún más imponente que ella; pues era más luminoso, poderoso, lleno de fuerza y pasión, que no solo iluminaba aquel paraíso mientras la buscaba, sino que a todos calentaba con su presencia.
Aquel ser con aversión los observaba, y con una sonrisa jubilosa veía, como nunca jamás los eternos enamorados se encontrarían.
Pero alguien no dejaría impune ante aquel hecho atroz, y aunque no podía acabar con la maldición; un rayo de luz expandió, y otorgó a la luna un don... el cual consistía en que cuatro formas diferentes tomaría, a lo largo de un período de tiempo.
Así, cuando Llena estuviese, solo de noche se podría ver y solo el maléfico ser, de ella podrá disfrutar... Pero cuando en estado de Luna Nueva aparezca, nadie la vería para así hacer sufrir a quien la condenó.
Cuando en Cuarto Creciente de nuevo aparezca, sería para el placer de los enamorados..., ya que al atardecer los amados se encontrarán, y ante los ojos del maléfico se amaran.
Y por último, cuando de nuevo la joven aparezca en la etapa de Cuarto Menguante, se encontrarán al amanecer y por las mañanas se amarán... esto sucederá hasta el fin de los tiempos.
Enrique Nieto Rubio
<Autor>
Verónica Nieto Cardador
*Derechos Reservados*
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