Baila la bailarina,
bella entre las más bellas...
No paraba de bailar
soñando con un príncipe,
que nunca llegará.
*
Bailaba día tras día,
con los pies destrozados...
Aun así, imposible le era parar.
*
Danzando siempre,
para su príncipe imaginario,
pues no lo quería dejar.
Sus lágrimas brotaban sin cesar,
más ella, no paraba de bailar;
pues su corazón dolido...
Insistía en continuar.
Vueltas y vueltas que daba,
en la pista del deseo.
Ya para las cuatro de la mañana,
quedó sola frente a los espejos.
Más tarde esa madrugada,
con los ojos empañados,
de tanto llorar,
y cuando desfalleciendo estaba...
Alguien la tomó en sus brazos.
Y danzando la llevaba,
girando y girando,
tomada de sus manos...
Mientras su rostro,
de nuevo fue embelleciendo...
Paso a paso, beso a beso.
Luego ella posando entre sus hombros...
Se quedó dormida;
Él gentilmente la tomó en sus brazos,
y a su lado descansó.
Transcurrieron algunas horas...
Y la bailarina mágica despertó;
y de nuevo con mucho esmero,
comenzó a girar,
esta vez de felicidad.
Por fin el príncipe de sus sueños...
La había encontrado;
ya tenía lo que tanto había anhelado...
Para amarlo y darle sus besos.
*
Juntos se marcharon,
bailando un vals de ensueños.
En el palacio, ya descansan,
príncipe y princesa a la vez.
Y cada vez que llega la noche,
bailando juntos se la pasan;
en espera de un nuevo amanecer.
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.