En mi barco velero,
me he echado a la mar,
para buscar un lucero,
que brilla en la eternidad.
Navegando día y noche,
y viéndote relucir,
a lo lejos voy mirando,
para que no te pierdas de mí.
alzándome hacia el sol,
sigo buscando mi lucero,
que me llevará a mi amor.
¡Lucerito, lucerito!,
No me hagas padecer...
Llévame pronto a ella,
que si no me moriré.
El lucero con un guiño,
me indicó la dirección.
Ya se ve aquella isla,
¡Seguro es la de mi amor!
Acercándome a ella,
en la arena la veo sentada...
Mira si es niña bella,
¡Luz de luna! Le grité...
Estrella de mi sentir.
Ella con mirada,
tímida y coqueta;
haciéndome sonreír.
¡Qué bonita eres mujer!
¡Cielo de mi sentir!
He viajado por los mares...
Casi pierdo la razón.
Ya por fin he llegado,
y no me volveré a marchar;
me quedaré para siempre,
hasta la eternidad.
Tú eres amada mía,
la reina de mi sentir,
que por ti casi pierdo la vida,
porque sin ti no sé vivir.
que yo te anhelo besar;
y beber el néctar de tus labios,
y así mi sed, poder saciar.
Tengo ansias de comerte a besos,
para el hambre relajar;
pues entre tantas olas mi niña,
Vayámonos a casa cielo;
que nos vamos a disfrutar...
De un buen banquete,
de buenas mordidas,
y un lote de fierabrás.
Que como dijo Quijote:
¡Algo bueno eso será!
Pues aunque sea un bálsamo,
qué gustito nos dará.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos de Autor*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
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