Dicen que cuando morimos…
Solemos reencarnar en otra vida,
no comparto esta creencia,
pero en caso de que certero fuera…
Y puesto que, mi contrato amoroso,
expira después de la muerte,
espero tener relaciones contigo,
en el caso en que yo me muera.
Tener contigo quiero,
un romance entre tinieblas…
Caminar juntos,
por ese mundo desolador,
que, entre tú y yo,
le damos vida y alegría.
Me gustaría tomarte de la mano,
y sentir tu cuerpo en el frío del alba;
sentir tus labios nacarados,
deseosos de un beso…
Posar en los míos.
Pasear en medio de las azucenas,
y gladiolos, como abejas enamoradas;
sentir en mi cuerpo desnudo,
el aroma y el roce de tu cabellera.
Y poder viajar en las nubes de algodón;
revolcándonos entre ellas,
provocando álgidas tormentas de pasión,
con tu cuerpo desnudo.
Que aunque el Dios Zeus, se moleste,
porque insana envidia le daría,
no podría de ese paraíso expulsarnos…
Pues esa sería nuestra vida.
Gozaríamos del más allá,
como nunca antes en esta tierra hicimos;
provocando en este sin fin y glorioso edén;
placeres del verbo amar.
Alma alguna,
no ha expresado que será eterno,
pero si así lo fuera…
Desearía quedarme para siempre,
muy junto a ti y a tu bendita vera.
Hoy sufro... ¡Tonto fui en aquella mañana!,
Cuando triste estabas,
y harta de tanta presión,
me dijiste que estresada te encontrabas.
¡Sí querías marchar!,
y para no ser un cretino mi bendición te di,
desde entonces marchaste,
sin decirme un adiós,
y sin mirar atrás.
Lo tuve bien merecido...
¡Ese tonto era yo!,
Más estoy arrepentido,
por renunciar a ti;
más hoy deseo encontrar,
el mágico camino…
¡En donde nada te perturbe!
Y que tú y yo,
seamos solo dos,
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
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