sábado, 22 de noviembre de 2014

.Días de Navidad (cuentos)

Un día de diciembre... en la capital Cordobesa, 
un adinerado joyero llamado Rafael, a raíz de una fiesta que él hacía con los altos cargos municipales, se puso tan malo que lo tuvieron que llevar al hospital Reina Sofía.

Allí estuvo en coma muchísimos días, pero su cuerpo lo tuvieron que amarrar, pues no paraba de moverse y temían que se cayera.

Uno de los doctores supuso que estaba luchando con la muerte y solo les quedaba esperar a ver quién ganaba.

Su cuerpo empapado en sudor se mantenía siempre y temían que sería lo peor de lo peor. Así estuvo dos semanas, hasta que la fiebre fue bajando; mientras su rostro se demacraba.

Los análisis no detectaron nada, pero él iba perdiendo peso día tras día hasta quedarse en los huesos... De pronto una mañana despertó y dijo:
-He hablado con la muerte y me ha dado otra oportunidad, me ha dicho que haga algo grande en Navidad.

De pronto tenía mucha hambre y comía muy bien, hasta que su rostro se notaba rejuvenecido, o al menos eso es lo que decían quienes lo conocían.



Con el tiempo se recuperó completamente, pero los médicos aún no sabían si su afección se debía a un fallo cardíaco o a si el motivo era otro; pues la pruebas no arrojaron ningún resultado. 

Así pues, determinaron que para ello debían de hacerle más pruebas... pero esa misma mañana, él se vistió, pidió su alta y se marchó.

Se dirigió directamente a los centros comerciales de Córdoba, donde él vendía joyas.

Decidió poner unos micrófonos para enterarse qué comentaban sus clientes acerca de los precios, y a las dependientas les dijo:
Si algún cliente no dice comentario alguno, tendréis que sonsacarlos y os gratificaré por hacerlo... ¿Vale?

Entre sus trabajadores y las cámaras de vigilancia él podía controlar todo.

La mayoría decían que las joyas eran maravillosas, pero no podían pagarlas; inclusive a algunos, se le escapaba alguna lágrima al enterarse de los precios; pues deseaban entregar un hermoso regalo en vísperas de Navidad... pero les sería imposible.

Cuando los clientes, terminaban de hacer las compras, marchaban hacia las escaleras elevadoras, quienes en su mayoría eran personas de clase media.

Al bajar encontraban una mesa grandísima y al frente al joyero, quien iba identificando a los clientes que visitaron sus joyerías y que no habían podido comprar nada... y les decía;

¿Usted se ha parado en la joyería, verdad?

-¡Sí! Afirmaban las personas.
Pues póngase en esta cola, y al oído les susurraba:Usted va a recibir un regalo.

Cuando llegaban a la mesa, allí estaba Rafael, quien cuestionaba:
¿Usted vio una joya para su novia, verdad?
-¡Sí, señor, así fue!
¿Era este juego de pendientes y este collar?
-Sí, pero su precio es tan alto, qué imposible ha sido comprarlos.

-Bueno, pues tómelos, ya están listos en sus cajitas envueltos y hasta con sus lícitos.
Confío en que usted me los pagara como a usted le venga en gana,,,¿Sí?
-¿Sin recibos, ni nada de nada?

Sí, sin ninguna clase de comprobantes, tal cual dice.

Lo mismo hizo con todos ellos... muchos comentaban:
-¡Es mucho dinero!

¿Pero cómo es posible?
 ¿Acaso no son joyas muy valiosas?
Para que ahora el dueño se los metiera en el bolso y los dejara marchar.

Eso sucedió durante todas las vísperas de Navidad hasta el cinco de enero, Día de Reyes.

Fueron miles de euros los que dejó volar; y él sabía que la mayoría de los clientes no pagarían nunca; sin embargo, si decía que eran regalados, lo tomarían por loco.

El día seis de enero, muchísimas parejas y matrimonios gozaron del día más feliz de todo el año, pues recibieron los regalos más hermosos de sus vidas.

Rafael se sentía orgulloso, pues esas Navidades repartió amor y felicidad en toda Córdoba.

¿Esto si es un cuento de ricos... verdad? ¡Jajajá!

Sin embargo, es fantasía, pues lamentablemente, esto no existe en la realidad.




Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*

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