martes, 27 de mayo de 2014

.Sin esperanza de Enricostro.



Mariela era una chica poco agraciada, con un sentido del ridículo grandísimo.

¿En el colegio ya de chica, todo el mundo se burlaba de ella; sobre todo las amigas? ¿Bueno, aunque quién podría llamarles amigas, verdad?

Ella siempre se mantenía sola, no iba a ningún baile; pero siempre soñando que, algún día, llegaría su príncipe enamorado. Así pasaron los años.

Ya con dieciséis gustaba por las noches salir a caminar.

Una noche oscura, cuando el reloj marcaba las once de la noche, la chica caminaba cerca de un salón de baile.

Al atravesar la calle sintió que alguien la seguía; más ella no sintió temor de algo malo le pudiese acontecer, pues en ese pueblo todos se conocían.

Sin embargo, al ver a lo lejos a un hombre alto y fornido, tuvo el instinto de salir corriendo... más al llegar a un puente un poco siniestro, de estos que cruzan un arroyo pequeño, el hombre la alcanzó.

Le pegó todo lo que pudo, pues Mariela se resistía; le arrancaba toda la ropa y la iba tirando al agua. Ya cuando estaba completamente desnuda, y ella ya no podía luchar más con él, este se dispuso a penetrarla.

Cuando de pronto algo golpeó la cabeza de él, cayendo al arroyo.

Ella desnuda no se atrevía a moverse, pues tenía que pasar por delante de la fiesta para ir a su casa.
Alguien escondido, de pronto le echó un Jersey un poco largo; ella miraba, pero todo estaba muy oscuro.

Se puso el jersey y como era largo le cubría todo el culito. Pasó muy despacito... pues se encontraba mal. ¡Iba destrozada!

En la puerta de la casa donde era la fiesta, había un chico sentado en los escalones; superguapísimo. Este la miró y le dijo:

¡Hola Mariela!
Ella iba llorando, pero el chico insistió.
¿Te pasa algo?
Ella lo miró como pidiéndole ayuda; este se lo leyó en la cara, y le dijo:
¿Quieres que te acompañe a tu casa?
Ella le dijo:
¡Por favor! Estoy muy mal, me han pegado.

Este rápidamente la subió en un pequeño coche que tenía aparcado, y la llevó a su casa.
Cuando llegaron, le dijo al chico cogiéndolo de la mano:
¡¡Gracias por traerme!!

Pero se le aflojó el cuerpo, pues estaba agotada de pelear con aquel tipo, y cayó al suelo desplomada.

Este salió del coche, rápidamente cogiéndola en brazos, la llevó hasta la puerta llamando con insistencia al timbre.

Ella había perdido la conciencia al caer... bueno, la cosa es que a este chico, cada vez se les complicaban más las cosas.

Como ella no tenía nada más que el Jersey, por supuesto al tomarla en brazos, le cogió todo el culo... pero él no le dio importancia;  y del auto la bajó.
Como nadie habría, cogió debajo de la alfombra la llave de la puerta; abrió... y la subió a su dormitorio, recostándola en su cama.

Este chico la limpió como pudo, y la arropó con las sábanas; y estuvo casi toda la noche con ella.

Al amanecer el chico se percató que ella se encontraba mejor, así que decidió partir... Cuando él iba saliendo de la casa, la chica de reojo vio que alguien se iba; pero sin poder identificarlo.

Los padres llegaron casi al mismo tiempo, que el chico salía.

Ya eran sobre las diez del medio día, y la madre, al ver que su hija no se levantaba, fue a ver qué pasaba.
Pues la había llamado varias veces, más la chica no contestaba... se acercó y a tocarla se percató que estaba ardiendo en fiebre y con toda la cara hinchada; llamó al médico urgente.

Este tardó poco tiempo, y cuando llegó rápidamente se percató de que la chica tenía grandes moretones... ¡Alguien la había atacado! Y le dijo con certeza:

¡Señora, alguien ha estado curando a esta niña!

La madre respondió:
¿Quién habrá sido?

Ya sobre las doce, Mariela se levantó de la cama con el jersey... y la madre le preguntó:

¿Qué te ha pasado hija?

¡¡Mamá, anoche un hombre en el puente viejo me pegó muchísimo!! ¡Me quería violar y alguien le golpeó antes de que lo hiciera! Pero no sé quién es...me dio este jersey.

Después me trajo otro chico guapísimo del colegio, que me vio en la calle. ¡Ohhh mamá, qué miedo he pasado!!
¡¡Venga, ya ha pasado todo.!!

La policía ha encontrado muerto a un hombre dentro del arroyo; es forastero y se había escapado de la cárcel. ¡Era un asesino muy peligroso!

Pasaron las semanas y ella no sabía quién había sido su salvador.

Ya casi para las vacaciones, vio una foto de fin de curso escondida entre los papeles en el tablón de anuncios del colegio; que solo asomaba un poquito. Apartando los papeles vio a Alejandro, el chico guapo que tenía un jersey; igual que el que le habían dado.

Nunca antes nadie había lucido otro jersey como ese en todo el pueblo... Era una foto de fin de curso, con todos sus compañeros.

Salió de clase y empezó a fijarse en Alejandro, que estaba en las escaleras; este siempre la miraba, pero ella nunca echó cuentas.
Alejandro vivía en dirección del puente viejo, ella salió detrás de él sin decir nada; y cuando cruzaba el puente, Mariela dijo:
¿Alejandro?
Este se volvió, y se quedó blanco como la pared.

¡Chico! Aunque sé que soy fea, pero tampoco es para que te quedes blanco.
- ¡Ahhh! ¡Perdona! ... dijo Alejandro.

¿Qué quieres?
¡¡Sé que fuiste tú.!!

- ¿Yo quién.?
¡El que me rescató del puente!

Alejandro no sabía qué decir, pues mató a aquel hombre.
¡No sé de qué me estás hablando!

- ¡El jersey que tengo en casa es tuyo!

Él se vio acorralado, y rápidamente preguntó:
- ¿Me vas a denunciar?

¿A ti? ¡Jamás! Lo que debiera es de comerte a besos, por haberme salvado la vida.
Se acercó dándole un beso por haberla salvado, este se desmoronó por tanta tensión; y se le aflojaron las piernas, pues era demasiado tímido. Se sentaron los dos en el suelo, y Mariela le preguntó:
¿Cómo me metiste en casa?
Alejandro le dijo:
- ¡¡Cogí la llave del felpudo.!!
¿Y como sabías lo de la llave? Y ¿Cómo sabías cuál es mi habitación?

¿Yo... yo? ¡Titubeaba el chico.!!

Mira, siempre me has gustado, pero nunca me miraste. Te seguí muchos días hasta tu casa, me sentaba debajo del pino; y te observaba por la ventana de tu dormitorio... durante muchas horas. ¡Lo siento!

¡Anda tonto! ¡Ven aquí! Si eres lo más bonito de este mundo.

¡El chico se hizo una canasta!

La agarró de la mano, la llevó hasta su casa y le dijo a Mariela:
- Yo te quiero desde siempre. ¿Quieres que salgamos juntos? Es que siempre he deseado estar contigo.

¿De veras quieres salir conmigo?
¡¡Sí, con toda el alma!!

Ella lo ha cogido de las solapas dándole un beso en los labios, dejándolo flojito.

Así se vieron siempre, hasta que ya un día decidieron casarse. Todas las chicas del pueblo siempre les tuvieron envidia, pues se llevó al chico más listo, del pueblo y el más guapo.

- Fin -
¡Ahhh! Jamás se supo quién mató a aquel asesino, tampoco investigaron nada... supusieron que el atacante pudo caerse por accidente.

El día que se casaron fue la boda más sonada de la comarca.
Enrique Nieto Rubio
Derechos de Autor

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