En el comienzo de los tiempos, Dios creó todos los universos conocidos y aquellos que no conocemos.
En nuestra galaxia hay una estrella que Dios la enfrió de un soplido, y con una inmensa regadera, empezó a echarle agua, de la cual salían millones de litros de agua, para así convertir esta estrella en planeta.
Es por ello que en el centro de la tierra aún está esta estrella, muy vivita y reluciente. Como era tan bella, Dios decidió crear a una gran diversidad de seres vivos; para que vivieran en esa hermosa estrella, a la que llamó tierra.
El mundo comenzó a crecer rápidamente, y todo era belleza y maravilla en todos los sentidos.
Los animales se multiplicaron dando lugar día a día a nuevas especies; los prados eran majestuosos, los valles y montes imponentes... todo marchaba en perfecta armonía.
La vegetación rodeó la tierra, hasta cubrirla en gran parte... y por doquier se podían observar árboles con exquisitos frutos y por supuesto las flores terminaban de engalanar este esplendoroso paraíso terrenal.
Así transcurrieron millones de años, cuando un buen día, sin saber de donde,
Unos seres extraños vinieron, de donde no sabe nadie, tenían grandes ojos, eran muy cabezones, de cuerpos diminutos y pequeñitos, sobre un metro de altura más o menos.
Dios los pondría quizás en otro planeta, de nombre desconocido para nosotros; o tal vez provenían de otra galaxia, la cual al pasar muy cerca de nuestro planeta aprovecharon la ocasión para visitarnos...
Dios le dio el don de la inteligencia, pues era muy superdotados en este sentido... y decidieron quedarse en la Tierra... y pronto sabían todo de sus habitantes.
Estos seres guarrillos se tiraban a todo lo que se movía, provocando así, infinidad de deformaciones entre los seres vivos... pues nacieron animales rarísimos, con dos cabezas, y muchísimos más.
Es por ello que existen "Seres mitológicos"... esto sucedió por algún tiempo, hasta que se encontraron con una preciosa, primate, subidas en un frondoso árbol, a quienes al verles el rostro tan angelical y cuerpos exuberantes, dijeron: ¡Guau! ¡Qué hermosas y monísimas están!
Las engañaron tirando unos plátanos al suelo, y cuando fueron a recogerlos, las hicieron suyas cuantas veces les vino en gana... y con el tiempo, formaron una "amistad", muy especial con ellas... sus apegos eran divinos, por lo que juntos convivieron cientos de años.
Conforme transcurrió el tiempo, se fueron transformando en una nueva raza... mucho más parecida a la que originalmente Dios creó para este planeta, pero de inteligencia superior; puesto que los primeros habitantes carecían de entendimiento alguno, y gracias a los genes de estos seres invasores, los terrícolas obtuvieron por igual ese don.
O sea que, la inteligencia la adquirimos gracias a ellos.
"¡Ni te creas todo lo que lees, ni ignores todo lo leído... pues de aquí, lo que tú has vivido" jajajá!
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
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