Desnudos los dos estamos,
por toda la eternidad,
yo muriendo por tu amor,
y tú amando mi pesar.
Enraizados en la tierra,
juntitos los dos estamos;
yo mostrando mis vergüenzas,
por ser tu árbol amado.
Tú me colmas de paciencia,
mirando tu cuerpo deseado,
que me puede la impaciencia,
de rozarme con tus manos.
Pues aquí los dos solitos,
disfrutando del placer;
en este campo bendito,
mil romances te diré.
Tienes un cuerpo divino,
y el mío... por ti seré;
enraizándome contigo,
por siempre viviré.
Pues tú eres mi amada,
y yo tu amado...
¡Por siempre lo seré!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.