Sacura. Era una princesa desterrada por su padre, quien la obligó a abandonar el castillo, esto debido a que los consejeros del rey le contaron, que ella había filtrado secretos de palacio, a un mercader... poniendo así a todo el reino en peligro.
Pero lo cierto es que, las delatoras fueron las hadas, quienes decidieron perjudicarla por el sentimiento de envidia que les embargaba, pues la princesa era la más bella del reino... o al menos eso fue lo que le comentó el duende Chillón; pues os advierto que este duende es un lioso y tremendo embustero.
Pero lo cierto es que, las delatoras fueron las hadas, quienes decidieron perjudicarla por el sentimiento de envidia que les embargaba, pues la princesa era la más bella del reino... o al menos eso fue lo que le comentó el duende Chillón; pues os advierto que este duende es un lioso y tremendo embustero.
El caso es que el rey la ha desterrado para siempre. Así pues, la joven se vio perdida en el bosque y bastante asustada... pero igual llena de odio, por lo que le habían hecho.
El duende continuó haciendo el mal, pues gustaba pasear en las noches, visitaba el pueblo e iba en crispando a todos los vecinos, hasta que se armaba una buena; pero nadie se daba cuenta de lo malo que era, así sucedió durante muchísimos años.
La princesa Sacura con deseos de venganza se hizo un arco con flechas y se fue de caza. Se adentró en el reino de las hadas para darles muerte a todas, y así comenzó la cacería.
Las perseguía por todos sitios, y poco a poco se iba deshaciendo de todas. Las hadas no entendían lo que estaba pasando, ni el porqué de aquella cacería. El bosque se encontraba teñido de sangre azul por todos sitios, y las hadas, aun así, jamás hicieron mal a nadie.
Todos en el bosque estaban sufriendo mucho, por lo que las hadas decidieron realizar una reunión, y acordaron buscar un emisario para qué dialogará con la princesa, que para ese entonces se encontraba amargada y rencorosa.
Hasta que todo este embrollo estuviera resuelto, se dio la alarma, de que ninguna hada saliera de paseo por el bosque; pues era demasiado peligroso, mientras la princesa siguiera utilizando su arco y flechas en contra de ellas.
El emisario buscó a la princesa durante bastante tiempo, más era ardua tarea, pues el bosque se hizo muy denso, por lo que era casi imposible ubicarla.
Al anochecer, por fin, en una hondonada se vio un fuego lejano y hacia allí se dirigió el emisario; pero como era peligroso, no quiso arriesgarse, por lo que decidió asaltarla en la oscuridad, mientras la chica dormía, para atraparla con un, casa sueños... y así lo hizo.
A la mañana siguiente, cuando alumbró el día, el emisario interrogó a la princesa por los crímenes cometidos.
¿Dijo:
-Soy el emisario de las hadas y quiero saber por qué estás matando a las hadas?
! Las hadas me difamaron por envidia, diciendo a mi padre que yo lo traicioné, y todo a causa mi belleza! Eso me lo contó el Duende Chillón.
-No es cierta princesa, las hadas jamás hacen daño a nadie, como se te ocurre ni siquiera pensar en eso; parece mentira que no os deis cuenta de que el Duende Chillón es un embustero, que solo busca crear discordia y conflictos.
¿Acaso los humanos no aprenderéis nunca?
La princesa se percató de su grave error y lamentándose de lo que había hecho, se echó a llorar... solo deseaba morirse por todo lo ocurrido.
Durante muchas horas, ante el consejo, las hadas decidieron su veredicto, el cual sería encerrarla en su castillo, pues la princesa había ocasionado mucho dolor.
La noticia llegó a oídos del rey, quien arrepentido por lo sucedido, mandó arrestar a todo el consejo, por este hecho tan trágico para él...de forma tal, que para la próxima ocasión, se enteraran bien de los comentarios, que se vertían e investigaran antes de levantar acusaciones falsas.
También ordenó buscar y dar captura al duende, y este al verse atrapado, al momento de la condena, suplico al rey su perdón; y a cambio devolvería a la vida a cuanta hada la princesa hubiese segado la vida.
Con el consentimiento del rey de los duendes, quién se comprometió a que haría el hechizo para devolverles la vida a todas las haditas, el rey aceptó el trato... más no sin antes hacerle prometer al Duende Chillón que, jamás liaría a nadie más en todo el reino; pues en su mesa había infinidad de documentos de todos los conflictos creados entre los ciudadanos.
Sin embargo, la princesa, aún abrumada, decidió dejarse morir de hambre y de pena.
El rey se presentó frente al consejo de hadas, para suplicarles que su hija, la princesa, fuese liberada, pues esta se encontraba muy enferma. Ellas aceptaron, pues el daño había sido reparado, y siendo así su detención no tenía más sentido.
Así pues... la liberaron y la princesa decidió vivir junto a las hadas; a quienes les dedicaba todo su tiempo. Las bañaba, peinaba y arreglaba, para que siempre estuvieran lindísimas cuando marchaban de paseo.
Así pasaron los meses, de nuevo la alegría y paz se respiraba en todo el bosque y en cada habitante de la región, pues los tiempos de terror habían quedado atrás.
La princesa, de igual forma, logró curar las heridas de su corazón, y volvió a ser la joven dulce y generosa de antaño.
Un buen día de primavera, apareció un hermoso príncipe, montando un bello corcel; quien inmediatamente se enamoró de la dulce princesa... y con quien al cabo del tiempo se desposó, y fueron felices para siempre.
Colorín colorado, este cuento de duendes y hadas a su fin ha llegado.
Moraleja
¡No debemos dejarnos llevar por chismes, porque en ellos casi nunca prevalece la verdad!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
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