Al cielo quise subir,
y a Cristo, sus clavos quise quitar.
Él me miró con angustia,
y lágrimas derramó, al yo tocarle.
Me detuvo de inmediato,
cuando un clavo deseaba sacar...
Empapando mis manos,
con su sangre, que aún caliente estaba.
Dijo: - No me vayas a bajar...
No me quites el dolor;
que aunque mi corazón sufra;
No es por mí... sino por todos...
este es mi destino,
el del sufrimiento y el dolor.
Aunque yo he padecido,
mucho dolor... todo fue,
para brindarles mi amor.
Pero el dolor que siento ahora,
al mirar hacia abajo,
es mucho más devastador.
¡Mi sacrificio no sirvió de nada!
Pues el mundo sigue podrido,
¡por tanta desigualdad!
Pienso: "Es posible que las heridas,
y el dolor que me infligieron,
Quizás no fuera suficiente"
Y a mi Padre le he preguntado:
¿En qué he fallado?
¿Qué tan mal lo he hecho?
Y quizás hubiera sido mejor,
no sufrir en esta cruz;
y dejar al mundo perdido...
En ese profundo abismo,
de pecado, y desolación ...
Él me ha contestado:
-No podrías haber hecho más;
tú derramaste tu sangre,
pues a ellos quisisteis ayudar.
Y sí...
Posiblemente tengas razón...
Quizás no valió la pena...
Quizás no sirvió de nada,
Pero tu Hijo querido,
les obsequiaste paz,
amor y hasta tu vida,
en tu corto pasar.
Lástima que no lo hayan descubierto,
y no lo supieran valorar y aprovechar.
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
colaboradora en imagen.
Silvia Regina Cossio Cámara.
*Con nuestros actos cada día;
seamos fiel testimonio,
de que Jesucristo vive
en nosotros,
y que no derramó,
su sangre en vano*
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