lunes, 19 de enero de 2015

.La rana del cuento de Enricostro.




 Pepito paseaba un día cerca de la orilla de un río; cuando de pronto... del agua algo saltó, introduciéndose en el bolsillo de su chaqueta; más el chico de esto, no se percató.


Pepito, al llegar a casa, a la cocina, se dirigió para prepararse su merienda; acto seguido al comedor se encaminó, y cuando estaba disponiéndose a degustar su rico emparedado, una rana atrevida encima de la mesa salto.

El chico se llevó inmenso susto ante su desagradable presencia, y gritó:
¡Qué asco! ¡Eres una ligosa y horrible rana!


La rana, mirándolo fijamente muy enojada, replicó:
*¡Oye tú, más respeto, por favor! ¡Qué famosa soy, pues te encuentras frente a la rana del cuento!
-¡Uyyy! Pues para ser de cuento, tienes muy mal genio.
*¿Sabes? Si tú me dieras un beso en los labios, en una hermosa mujer me convertiré.
-Auch! ¿En los labios? ¡Ni lo sueñes... qué asco!
La ranita volvió a preguntar: ¿Bueno quieres o no?

Pepito se sentó en la mesa... expresando que el desagrado, por ella, era tan grande; que hasta el apetito había perdido. ¡Luego exclamó!
-Uffff! Disculpa... pero en los labios, no podría hacerlo.
¿El beso que me pides, podría dártelo en la mejilla?
*¡Venga y no seas miedica! Qué cosas más desagradables hay en el mundo; que se deben de hacer... cuando algo deseamos obtener.

Pepito determinado expresó:
-¡Bueno... vale, que lo haré!
El chico incapaz de poder ocultar, la expresión de repulsión de su rostro, por semejante acción... Cerró los ojos y lentamente un beso le dio...

Y tal cual la rana predijo, en una hermosa mujer se convirtió; quien, plácidamente y sin prenda alguna, sobre la mesa reposaba.

Pepito, quien jamás imaginó que se llevaría semejante sorpresa, aunado al hecho que no esperaba contemplar el cuerpo desnudo de la chica; impresionado hacia atrás, se balanceó. 

Fue tan mala su suerte, que de súbito cayó de espaldas, golpeando fuertemente su cabeza; contra la esquina de la chimenea... y en el acto murió. 
Y la chica, en ese mismo instante... en rana, de nuevo se convirtió. La pobre rana contrariada trató de ayudar a Pepito... pero este no volvió a respirar. 

La ranita se lamentaba:
-¡Vaya! ¡Qué mala suerte tengo! ¡Estoy harta del agua, pero de nuevo... al río tendré que volver!

Desilusionada, por la ventana salió... y dando grandes brincos se marchó. Para llegar al arroyo, necesitaba atravesar la carretera principal; por lo que debía ser precavida, so pena de morir aplastada. 

Cuando creyó que era el momento oportuno para cruzar, se impulsó dando un fuerte salto... sin embargo; sus cálculos fallaron... pues ingresó por la ventanilla de un auto, y dentro de un coche fue a parar.
Cuando el vehículo llegó a su destino, en una cochera se aparcó. La rana presurosa salto, antes de que la puerta del coche se cerrará... y junto al conductor, y sin que este se diera cuenta, a la casa ingresó.

La ranita saltó y saltó, hasta llegar a lo que parecía ser el salón principal; luego encontró unas escaleras y ella subió, encontrando de nuevo al conductor.

La rana pensó en devolverse a la calle... pues nunca antes había visto a este hombre. 


Todo lo contrario con Pepito, pues este era un chico, a quien ella había estado observando por un tiempo; por lo que sabía era bondadoso y ejemplar.
No obstante, el recorrido realizado en el coche, fue de un poco más de hora y media... y como la desdichada rana, temía no encontrar el camino de vuelta a casa, dejando el temor de lado, al hombre se dirigió:

-¡Eyyy! ¡Oye... tú!

El hombre quien no ubicaba, de donde procedía la voz... preguntó:
¿Quién es?
-¡Soy yo, la rana! ¡¿No me ves en la cama?
¡Ahhh! Ahora te veo... en efecto eres una rana, y también puedes hablar.
-¡Sí, soy la rana del cuento! Si tú me das un beso en los labios, me convertiré en mujer.
¿Ahh si? Pues si es como dices, ven para que te bese, pues muy solo me encuentro.

El hombre, sin dudarlo, la beso, y acto seguido tendida sobre la cama; una hermosa mujer desnuda, ante él apareció.

El hombre que no era de buen corazón, carente de escrúpulos, al verla... le dijo:¡Ven para acá, que de ahora en adelante serás mía, y haré contigo lo que me venga en gana!

La pobre infeliz, al ver que el hombre era un bruto y que la destrozaría, salió despavorida corriendo; gritando que prefería continuar su vida como una rana, a tener que soportar a un "hombre"; que no sabía respetar a una mujer.

El hombre la persiguió, pero ella logró escapar por la puerta trasera; más, al llegar al jardín la alcanzó.


Su atacante, casi arrastras, la conducía al interior de la casa; no obstante, horrorizado quedó, cuando la chica en su presencia, una vez más, se convertía en rana. 

El hombre inmediatamente la soltó, logrando la pobrecita deshacerse de él.

La ranita inconsolable lloraba, y se lamentaba:
¡Qué mala suerte tengo! Jamás encontraré, al hombre indicado; pues cada vez que... ante ellos me presento, no demuestran interés en conocerme, y me faltan al respeto de forma vil.

Pasados unos minutos, y más respuesta del susto que se llevó, comenzó a saltar explorando los alrededores.

La suerte de la desdichada rana, ese día, no estaba del todo en su contra, puesto que el sol era abrumador y encontró un hermoso parque, y en su fuente a gusto se bañó.

Cuando se disponía a salir del agua, observó a un chico en compañía de su perro, quienes se encontraban sentados en una banca. 
Él parecía estar muy triste... pues unas lágrimas por sus mejillas rodaban. 
Como ella era de muy buen corazón, no pudo evitar dar un brinco sobre la rama de un pequeño arbusto; y acercándose a él se dirigió:
-¡Hola! ¿Cómo te llamas?
La rana tuvo que llamar su atención, en varias oportunidades; pues él se encontraba absorto en sus pensamientos... hasta que por fin respondió:
¿¡Hola! Mi nombre es Estuardo.
El joven, sin tan siquiera levantar la mirada, y con voz apagada, cuestionó:
Y tú ¿Cómo te llamas?
-Bueno, yo soy una rana. ¿No me ves?


El chico de nueva cuenta, cabizbajo y sin observar de quién se trataba, solamente dijo:
¡Ahhh! Bien por ti!
-¿Por qué me dices eso? ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan triste?
¡Es que mi novia, a quien con tanto respeto y amor, por años he brindado; hoy me ha llamado, para decirme que nuestra relación ha terminado!
Lamento mucho lo que te sucede... externó la ranita.

En ese momento el chico se percató, de que no había ninguna persona cerca de él; así que volviendo su mirada... a nadie encontró.

La ranita de nueva cuenta llamó su atención, y cuando él por fin la descubrió, expresó:
¡Ohhh! ¡De verdad eres una rana y además puedes hablar!
-¡Sí... soy la rana del cuento! Y si me besas, en mujer me convertiré.
Ahhh ¿Sí? Pensé que eso, solamente sucedía en los cuentos de fantasía.
-¿Sabes? Eso piensan muchos... pero la verdad es que, en mi caso, es una realidad.
¿Entonces si te doy un beso, te convertirías en mujer?
-¡Sí! Pero aquí no podemos, porque cuando me transformo, aparezco desnuda.

El chico, después de reflexionar por un momento, le preguntó:
¿Qué sucederá después de besarte?
-Si me das un beso, tendrías que casarte conmigo, y jamás podrías serme infiel; pues si lo haces terminarás convirtiéndote en rana también.


El joven volvió a quedar en silencio, por lo que la rana insistente, preguntó:
Dime... ¿Lo harías?

Estuardo se quedó observándola por breves segundos, y luego exclamó:
¡Pero con esa bocotá tan grande, que tienes... y esa piel tan rugosa, no creo que seas muy guapa! ¡Jajajá!
La ranita, algo molesta, porque era algo vanidosa, respondió:
-¡Tienes razón...no soy la más guapa! Pero sin duda alguna, soy la más hermosa de las mujeres; ya verás que te sorprenderás.

Estuardo en ese momento, le pidió que no había razón para que se enfadara, pues la pregunta acerca de su belleza, había sido en broma; pues para él, lo único valioso de una mujer, es que fuese una persona poseedora de grandes virtudes.

La ranita, al escuchar al chico, se sintió más que feliz y presurosa, le dijo:
-Sé que no es correcto vanagloriarse a una misma; pero segura estoy que cumpliré con los requisitos, que aspiras en una mujer, así pues... ¿Qué estamos esperando?
¡No perdamos más el tiempo, que ansío pronto puedas conocerme!

El chico divertido sonrió, y aceptó la proposición de la ranita... extendió delicadamente la mano, para alzarla; más ella de un brinco a uno de sus dedos se sujetó.

Durante su recorrido, Estuardo, para sus adentros, pensaba, que todo lo que estaba sucediendo, era tan solo un sueño; caso contrario... estaría en grandes problemas; pues seguramente el rompimiento con su novia, le estaba causando alucinaciones.

Pasados quince minutos, Estuardo ingresó en un amplio terreno, y con la luz de la luna se podía observar amplios jardines, exquisitamente diseñados...

Todo el trayecto del camino, estaba bordeado de grandes y frondosos árboles... y a lo lejos se divisaba una casa espectacular.


Ahora quien creía estar soñando era la ranita; pues aparentemente el chico, aparte de bien parecido, era un hombre inteligente, y muy trabajador.
Tan pronto llegaron a casa, Estuardo subió directo a su habitación, y la cubrió con unas sábanas.
Luego le dijo:

¡Buena ranita... asoma el piquito, que te daré el beso que tanto ansías! Jajajá!
-Puedes reír o burlarte de mí cuánto desees, más te prometo que serás tú, ¡quién después de conocerme! ¡Loquito por mí estarás!

Estuardo sonriendo nuevamente, se acercó a la rana, y un dulce beso en sus labios estampo.

Para su sorpresa, en el acto una hermosa jovencita arropada en medio de sábanas, como por arte de magia, frente a sus ojos apareció.

Esa noche la pasaron en vela; compartieron una cena deliciosa, conversaron y bailaron hasta el amanecer.
Estuardo demostró respeto por la joven en todo momento; cuando decidieron retirarse a descansar, él la condujo a una alcoba, en la cual ella tuviese completa privacidad.

Luego de que ambos descansaron; el chico la llevó de compras, para adquirir todo lo que la joven necesitaba, para iniciar con su nueva vida.

Estuardo cada día, se sentía mucho más atraído por la chica; así que decidió saldrían de vacaciones, y así contar con el tiempo necesario, para conocerse mejor.

Como la pareja de enamorados, compartían los mismos principios y valores, aunado al hecho que ambos gustaban del deporte, bailar, acampar, él, et... terminaron profundamente enamorados.
Bastaron unos pocos meses de convivencia, para que Estuardo sorprendiera a la chiquilla, con una cena romántica; la cual hizo preparar en un íntimo restaurante, cerquita del parque, donde se conocieron... propuesta que la joven, felizmente aceptó.

Isabela, que era el nombre de la joven, jamás a su amado le confesó, el motivo por el cual... ella había recibido el castigo de ser una rana... Más él, como todo un caballero y por delicadeza, nunca se lo cuestionó. Además, al chico poco le importaba, su pasado.
No obstante, siempre tuvo presente la advertencia de su amada Isabela; en cuanto a que, el engaño o traición...es un error que, muchas veces, nos conlleva vivir y afrontar consecuencias dolorosas. 

En el caso específico de nuestro amigo Estuardo, hubiese sido convertirse en el próximo¡"Sapo del cuento!

Colorín, colorado... este cuento ha terminado; porque como acontece en toda bella historia de amor; el drama de la ranita ha terminado; pues los chicos se casaron, tuvieron hijos hermosos; y fueron felices para siempre.

-Fin-
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*

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