Aquellos que tocaran el cuerpo puro de la princesa y fueran rechazados, por el maleficio, morirían en el acto, solo viviría aquel que la despertara.
la princesa, yacía con un camisón transparente y semidesnuda, pues los candidatos tenían que rozar su rostro con el cuerpo de ella.
Cuando se supo que todos morían, nadie se atrevía más, ha intentarlo... así pasaron los años y el palacio se fue deteriorando.
Murieron los reyes, y sin herederos al trono, las guerras, fueron muy intensas... y pronto el hambre y la desolación fue creciendo.
La invasión por fuerzas extranjeras, dominó todo el imperio, el hambre estaba en las calles, los abusos y las violaciones estaban a la orden del día... las muertes en la ciudad eran a cientos.
Como el hambre dominaba todo, la institutriz decidió crear como una guardería para niños pequeños...de meses hasta doce años.
Como la casa no era tan grande, los tenían con la princesa; ella siempre en su cama. Con el tiempo todos jugaban alrededor de la princesa.
la institutriz, respondía: Ella se encuentra enfermita.
Un día uno de los niños más mayorcitos, se subió a la cama y sin que nadie se percatara, dijo:
¡Pobrecita siempre durmiendo!
Se acercó tanto, tanto, que le dio un beso en la cara, y rozó su cuerpo.
Ya por la tarde se marcharon todos los niños a sus casas, más a media noche, la princesa despertó. Nadie se explicó, como había sucedido.
La princesa ya no era una niña, había despertado convertida en la más hermosa mujer del reino... Pues ella nunca envejeció, seguía teniendo 16 años.
Muchos la pretendieron, pero al poco tiempo, morían... pues todo aquel que osara amarla. sufriría ese trágico destino. Solo el que la había despertado, sería su amor verdadero... el tiempo fue pasando, y temor de nuevo reino en los corazones de los hombres, pues nadie la pretendía.
Ella ocupó el palacio, pues era suyo, y el gobernador, que era malvado, se negó a abandonar el palacio, por lo que decidió encerrar a la princesa en una de las torres.
Ella lloraba mucho, pues apenas conocía el mundo y haber despertado para estar prisionera, no era nada bueno.
Trató de forzarla para abusar de ella; pero el cuerpo de la princesa, desprendió un aroma algo extraño.
Su piel con el forcejeo se puso algo morada, y este malvado cayó fulminado.
Ella tomó posesión del palacio y fue gobernando el país, mejorándolo poco a poco.
La princesa, daba audiencia todos los viernes, a las doce de la mañana, a todo el que lo solicitara.
Un día, una mujer campesina, se dirigió a palacio y pidió audiencia para hablar con la princesa; ella deseaba expresar su gratitud, en nombre de todos los aldeanos, por el buen trato y cariño que ella les demostraba.
Cuando llegó el turno a la campesina, quien iba acompañada de su hijo... le entregó a la princesa, como obsequio, un jarrón de leche <de la mejor de sus cabras>
El hijo de la campesina, al ver a la princesa, quedó prendado de ella.
La princesa, en agradecimiento, tomó el primer sorbo de leche; e inmediatamente su rostro comenzó a cambiar de color. El resplandor de su belleza iluminaba todo el palacio... y ella quedó encantada de aquel líquido tan exquisito.
Le pidió a la campesina, que todas las semanas enviara a su hijo Pablito, de vuelta al castillo, con una jarra de tan deliciosa leche.
La princesa, daba audiencia todos los viernes, a las doce de la mañana, a todo el que lo solicitara.
Un día, una mujer campesina, se dirigió a palacio y pidió audiencia para hablar con la princesa; ella deseaba expresar su gratitud, en nombre de todos los aldeanos, por el buen trato y cariño que ella les demostraba.
Cuando llegó el turno a la campesina, quien iba acompañada de su hijo... le entregó a la princesa, como obsequio, un jarrón de leche <de la mejor de sus cabras>
El hijo de la campesina, al ver a la princesa, quedó prendado de ella.
La princesa, en agradecimiento, tomó el primer sorbo de leche; e inmediatamente su rostro comenzó a cambiar de color. El resplandor de su belleza iluminaba todo el palacio... y ella quedó encantada de aquel líquido tan exquisito.
Así pasó algún tiempo, y cada vez que esto acontecía, la princesa le daba dos monedas de oro al chico que le llevaba la leche.
Un día, la princesa ordenó a la servidumbre, que cuando Pablito llegará subiera a sus aposentos y pidió que nadie les molestara... Ella conversó con él durante horas y horas, pues el chico no paraba de contarle cómo era la vida en las afueras del palacio, así como de sus logros y desventuras.
Una tarde Pablito subió sin avisar, pues era joven, muy atrevido; y para la princesa él era muy gracioso, y le alegraba el día.
Entró... ¡Hola!... gritó.
-Pasa Pablito, dime: ¿Cómo te va hoy?
-Muy bien, estaba deseando de venir para compartir tiempo a tu lado.
-¿Por qué de tu interés Pablito?
-Bueno... la verdad es que estoy enamorado de vuestra majestad; estoy profundamente enamorado; pues me la paso todo el tiempo pensando en vos y apenas alcanzó conciliar el sueño, anhelando el momento de volveros a encontrar.
- ¡Pablito! Eres muy atrevido... pero he de confesaros que vos también me alegras mucho mi vida.
Luego de una pequeña pausa, la princesa tímida y preocupada preguntó:
¿Sabes que todo aquel que de mí se enamora, termina de morir al poco tiempo de frecuentarme?
¿¡Oh! Mi amada princesa, yo desde ya estoy muriendo por vos, pues mi desdicha es muy grande, por no poderla amar. Así pues, dejadme que muera, al menos permitiendo que os entregue mi corazón.
-¿De verdad quieres arriesgarte a amarme?
- ¡Con toda el alma! Quiero estar con vos, miraos todos los días, y sentiros muy cerca de mí.
-¡Pablito, amor del alma mía! ¿Tan loco estáis por mí, que a la muerte desafiáis?
-Sí, mi dulce princesa... estoy profundamente prendado de vos.
-Pues debéis saber que yo también os quiero, pero no puedo permitir que muráis.
-Si tengo que morir por vos; con gusto entrego mi vida; pues no habría muerte más dulce, que morir por vuestro querer.
¡Eres muy osado muchacho! Más si de verdad estás dispuesto a arriesgar tu vida, ven y acércate a mis brazos que yo también muero por ti.
Abrazándose a su cuerpo, ella le dijo:
-Te amararé con toda pasión, y así... si mueres, a tu cuerpo no le falte la razón.
Sus cuerpos se entrelazaron con amor y una pasión de locura; hicieron el amor intensamente toda la tarde. Esa experiencia fue maravillosa para los dos, pues es algo nunca vivido por los dos.
Una tarde Pablito subió sin avisar, pues era joven, muy atrevido; y para la princesa él era muy gracioso, y le alegraba el día.
Entró... ¡Hola!... gritó.
-Pasa Pablito, dime: ¿Cómo te va hoy?
-Muy bien, estaba deseando de venir para compartir tiempo a tu lado.
-¿Por qué de tu interés Pablito?
- ¡Pablito! Eres muy atrevido... pero he de confesaros que vos también me alegras mucho mi vida.
Luego de una pequeña pausa, la princesa tímida y preocupada preguntó:
¿Sabes que todo aquel que de mí se enamora, termina de morir al poco tiempo de frecuentarme?
¿¡Oh! Mi amada princesa, yo desde ya estoy muriendo por vos, pues mi desdicha es muy grande, por no poderla amar. Así pues, dejadme que muera, al menos permitiendo que os entregue mi corazón.
-¿De verdad quieres arriesgarte a amarme?
- ¡Con toda el alma! Quiero estar con vos, miraos todos los días, y sentiros muy cerca de mí.
-¡Pablito, amor del alma mía! ¿Tan loco estáis por mí, que a la muerte desafiáis?
-Sí, mi dulce princesa... estoy profundamente prendado de vos.
-Pues debéis saber que yo también os quiero, pero no puedo permitir que muráis.
-Si tengo que morir por vos; con gusto entrego mi vida; pues no habría muerte más dulce, que morir por vuestro querer.
¡Eres muy osado muchacho! Más si de verdad estás dispuesto a arriesgar tu vida, ven y acércate a mis brazos que yo también muero por ti.
Abrazándose a su cuerpo, ella le dijo:
-Te amararé con toda pasión, y así... si mueres, a tu cuerpo no le falte la razón.
Sus cuerpos se entrelazaron con amor y una pasión de locura; hicieron el amor intensamente toda la tarde. Esa experiencia fue maravillosa para los dos, pues es algo nunca vivido por los dos.
Entrada la noche, Pablito se retiró alucinando por tanta hermosura y feliz de saberse correspondido.
Al día siguiente la princesa esperaba lo peor... el anuncio de la muerte de su amado y el de su propio corazón.
Más este la sorprendió llegando muy temprano, con un cántaro de leche.
La princesa no pudo contener el llanto al verle y en sus brazos se cobijó... Se besaron intensamente, con dulzura y amor.
Desde ese momento, Pablito se quedó a su lado y anunciaron la boda.
Se casaron, al poco tiempo, pues él era el niño, que un día, estando la princesa encantada un beso le dio.
Colorín colorado, este cuento de amor y fantasía ha terminado.
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.