miércoles, 26 de junio de 2019

..Mujer de alquiler, en pensamientos.(solo para mayores.)

Tú mujer de alquiler, 
que prestas y utilizas tu cuerpo por dinero.

Vas provocando en los hombres,
 ese deseo de amor y sexo...

Y que por solo unas horas,
 puedes hacerles sentir y gozar.;

Aceptando cuántas exigencias que te propongan,
 de buena o mala, fe.




¡Sí!..Señora infiel,
 tu cuerpo das por monedas;
 haciendo sentir,
hasta ese amor que cree perdido,
 o quizás el que nunca tuvo.

Eres mujer de juegos,
 posturas y alguna que otra travesura.
Sin embargo, tus besos de cariño,
 y caricias... ¡Pasajeros son!
Más tu agraciado cuerpo y rostro,
 después del paso del tiempo.;
Como todo lo que un día fue bello,
 terminará en el gélido olvido...
Como si fuese un hermoso sueño...
pero solamente para ellos.; 
porque al final, se darán cuenta de qué...
todo fue solamente fantasía.
Tus susurros amorosos,
 movimientos sexuales lentos y precisos; 
que hacen enloquecer,
 dándolo todo, sensaciones,
 nunca vividas... 
Por una gran mayoría,
 de hombres;
 y gestos olvidados para otros. 
Esperando ellos quedan;
 a que amanezca un nuevo día... tal vez.
Luego tú hombre, de sueños comprados;
 caminas por la calle... 
Boquiabierto, como si algo extraño,
 acontecerá en tu mente. 
Sabes que un amor,
 vas dejando atrás; en aquella sucia puerta... 
Sí... una bella relación quizás...
pero falsa que se va apagando;
con cada paso que das,
 así como con el paso de las horas del día. 
Llegas a tu casa y te sumes en la soledad, 
que de costumbre vives; 
y franqueas el día, pensando en ella,
 y sintiendo esos escalofríos; 
la añoras y la deseas tanto que,
 darías todo por estar a su lado.
¡Pero no es tuya!...
Pues siempre será un amor,
 que no te pertenece.
Transcurren las horas,
 y pronto llega la noche,
 viendo televisión.; 
Te embarga la soledad,
 y el silencio de la casa te oprime. 
Cenas... y te vas a la cama,
 cierras los ojos depositando en la almohada, 
una lágrima de felicidad;
 mezclada de soledad, con tu tristeza. 
A la mañana siguiente,
 suena el despertador; 
tienes que arreglarte, 
desayunar y salir pitando al trabajo,
 para estar punto en horario. 
Entre hora y hora, indefectiblemente,
 te acuerdas de ella y sonríes...
Recordando ese hermoso cuerpo,
y continuas con tu labor;
 exhalando una bocanada de aire fresco. 
Transcurren los días, y cada vez ella...
está más lejos en tu mente; 
así varias semanas;
 hasta que otra vez te atrapa el sentimiento... 
¡Sí! Te domina el anhelo y la necesidad,
 de volverla a encontrar.; 
Así... a la puerta tú llamas; entras y repites,
 tu "Historia de Amor" 
Enrique Nieto Rubio.
*Derechos Reservados*

Colabora en imágenes,
 Silvia Regina Cossio Casará.

martes, 18 de junio de 2019

..Silvia La abuelita en su cabaña de Enricostro. Cuentos.


Érase una vez, una linda abuelita que vivía, junto a sus nietos, en una hermosa cabaña en el bosque.
Durante el día se divertían muchísimo, con quien siempre encontraban actividades emocionantes para hacer...
Así vivían día tras día, sin mayores penas; más que disfrutar de la vida, y de todo el bello entorno en el que se encontraban.
Por las mañanas, la abuelita la instruía en diversas materias... y por las tardes bordaban, cocinaban, recolectaban flores del campo.

Tres veces a la semana salían de madrugada, pues se iban a pescar en un pequeño velero; muchas veces luchaban con las ballenas; que no les dejaban pescar, pues eran insaciables comiendo peces.
Pero la abuelita linda, cogía el remo y les golpeaba en sus cocorotas, y entonces las ballenas se metían en el fondo del mar y no molestaban más.
Cuando pescaban lo suficiente para el día; regresaban adentrándose otra vez, por aquel precioso río, que casi rozaba la cabaña.
La abuela tenía un enorme corazón y se preocupaba de pescar lo suficiente, para así alimentar a un oso negro, que siempre rondaba la cabaña. Ella le daba de comer algunos pescados, y el oso se marchaba de lo más de contento.

El animal, no solía alejarse mucho de la cabaña; pues la abuelita y los niños eran casi su familia; ya que la mujer lo había criado desde que era un pequeño osezno; pues unos cazadores muy malos mataron a sus padres.
Un día oscuro, sin luna a las tres de la madrugada, sintió que merodeaban alrededor de la cabaña; por lo que la abuelita muy asustada agarró un hacha que tenía colgada en la pared... por si acaso. (La que le servía para cortar leña)
A ella le parecían raros los ruidos provenientes del exterior, ya que el oso gustaba de hacer hoyos y cavar... pero jamás a esas horas.
De pronto comenzaron a aporrear la puerta; a ella el corazón casi se le salía, al punto que no podía pensar. Todo estaba pasando muy rápido. Como los merodeadores vieron lumbre en la chimenea, no pararon de golpear la puerta.

La voz de un hombre se escuchaba: ¡Abrir por favor!
¡Que mi compañero ha pisado una trampa de oso y se puede morir!
La abuela en ningún momento se detuvo a pensar que fuera mentira, y abrió la puerta...
Los intrusos, tan pronto, vieron a la abuela, desprotegida, en el instante la comenzaron a golpear por todos lados. 
El paso de los años, aún no habían deteriorado su grácil figura; así pues, ellos quisieron todo de ella.
La abuelita, en ese momento, no podía dejar de pensar en los niños, quién era su mayor tesoro. 
Temía por el bienestar de sus nietecitos, o lo que pudieran hacer con ellos.
Por temor a despertarlos, apenas alcanzó a dar un chillido en ese momento... así pues, no puso resistencia, pues eran los hombres muy grandes, y armados con escopetas.
 La desnudaron a tirones y ya iban a cobrar la presa; cuando una sombra apareció por la ventana.
Ella miraba al oso como pidiendo auxilio, y este entendió el mensaje irrumpiendo en la entrada; con sus garras de 20 centímetros se lio con los dos, y no paró hasta destrozarlos. El oso parecía un demonio en ese momento.
La abuelita quedó impactada y se desmayó cayendo al suelo.
El oso se acercó a ella, y escondiendo sus garras, la apartó del sitio atroz; cogiéndola por la cintura, la subió con sus grandes manos hasta su habitación.

Sus nietecitos no se dieron cuenta de todo lo sucedido. Ella se sintió, en ese momento, la mujer más protegida de todo el mundo.
Sentía el basto pelo del oso rozando su cuerpo desnudo, y escuchando al oso balbucear... quien moviendo la cabeza hacia los lados; se mostraba orgulloso, y parecía agradecerle tantos años de alimentarlo y cuidarlo con tanto amor.
Luego de liberarse de su dulce carga, el oso bajó las escaleras; y arrastró los dos cuerpos a la vez... lanzándolos río abajo; donde unos cocodrilos celebrarían un gran banquete.
¡Nadie, jamás, se atrevería a posar sus manos en aquella cabaña!

Y así, la hermosa abuelita y sus pequeños nietos, continuaron su vida de ensueño; divirtiéndose y bañándose en un lago, que se formaba a la orilla del río.
La cabaña y sus alrededores era un lugar muy seguro, donde si deseaban podían despojarse de su ropa; pasarla maravillosamente, sin pena alguna de ser atacadas... pues siempre estaban bajo la protección de su fiel guardián.
En esta oportunidad, no hay príncipe azul, aunque está en la mente del escritor. ¡Ja, ja, ja!

Enrique Nieto Rubio.
Derechos de Autor.
Colabora en imágenes,
Silvia Regina Cossio Cámara.