Amparados en las sombras de la noche, renacen los espíritus,
deseosos de buscar, un cuerpo donde entrar, para consolarse...
de tanta oscuridad, y silencio que les rodea...
Ellos vuelan como fantasmas invisibles, sin que nada podamos,
hacer para detenerlos; más que encomendarnos, a todos los santos,
en espera de lo mejor.
Después de la media noche, sigilosamente por todos los rincones
de la ciudad, se dispersan... emulando a aquellas, señoras, que por la noche, ofrecen placer... a los más atrevidos, a cambio de unas cuantas monedas.
Algunos espíritus, lo mismo, buscan... una presa, que sea de su agrado. para así aliviar, horas interminables; como los son las de la muerte eterna.
Existen de todas las edades y géneros, pues después de la vida terrenal; ya no se cumplen más años; los pequeños con los pequeños, ellos pertenecen al limbo.
los demás con cada cual. Y como suele acontecer... no todos son iguales;
algunos son más picarescos, que habiendo sido varones, afanados, buscan el cuerpo femenino; quizás por su dulce aroma,
o para sentirse más cobijados.
Otros, son burlones, y gustan de cambiar, o esconder las cosas, a diferente lugar.
Otros tantos más, son espíritus humoristas, y buscan sacar, partido de aquellos cuerpos afeminados, para su regocijo; y después de esto,
no queda otra... que esperar que estas vivencias, no influyan en la mente, de los demás personas. Que han sido víctimas
de sus juegos y caprichos. ¿Al final quién sabe verdad?
Lo único certero, es que tal cual decía mi abuela... mejor es encomendarnos a Dios... porque la gente cuenta, que:¡Se han visto muertos, acarrear bultos!
Enrique Nieto Rubio
*Derechos Reservados*
colabora en imágenes.
Silvia Regina Cossio Cámara.